Reflexion
Chateauroux, 15-04-2013
Qué cosa mas triste es un árbol en invierno, privado de poder mostrar todo su esplendor, toda su belleza, se limita a reposar completamente desnudo mientras la brisafría lo golpea con contundencia y sin compasión. Me imagino su sensación de impotencia al no poder ni siquiera luchar para cambiar un poco su destino. Sin embargo, ese mismo destino, tiempo después letrae de regreso todo ese color que nos abraza y tiene la capacidad de hacernos mirarlo por mucho tiempo, admirando su belleza y en algunos casos, su perfección.
Ayer tuve una sensación extraña, unaalegría que me quemaba por dentro y tenía que sacarla a través de una sonrisa incontenible. Es a lo mejor esa misma emoción la que sienten ellos, los árboles, cuando llega la primavera, que trae consigoun poco de calor. Me sentía plenamente feliz, agradecido con la vida y contento por cada detalle que iba sucediendo. Disfruté en pleno de un desayuno sencillo, de pasear el perro temprano, de manejarhasta el entrenamiento, de poder vestir sin sueter, de jugar al fútbol (el fútbol, que ya de por sí es capaz de cambiar y manejar mis estados de ánimo, ayer fue especial, lo disfruté y admiré conmucho amor), y así todo lo que hice en el resto del día, inclusive un viaje en bus de tres horas y media desde el oeste hasta el centro de Francia. Qué puede salir mal en un día que uno afronta de esamanera.
Ojalá tuviese la capacidad, o quizás la madurez para poder despertarme así todos los días, para ser optimista hasta durmiendo, para verlo todo de colores, para ver los árboles vestidos consus lujosos trajes todo el año, el cielo azul iluminando el día entero empeñado en hacernos sonreir. Pero no, no siempre lo consigo. Tal vez, así como los árboles, estoy inmerso en un gran ciclo que metrae alegrías y tristezas de forma constante, poniendo a prueba mis raíces, poniendo a prueba todo mi ser. No lo se. Al menos los árboles saben lo que les toca, lo que les viene, y con tristeza o...
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