Reflexiones Belgrano

Reflexiones alusivas a la vida y obra de Gral. Manuel Belgrano.

«Soldados: hemos perdido la batalla después de tanto pelear: la victoria nos ha traicionado pasándose a las filas enemigas en medio de nuestro triunfo. No importa: aún flamea en nuestras manos la bandera de la patria».
Acababa de ocurrir la derrota de Vilcapugio. Estas palabras brotaban el 1 de octubre de 1813 de labios del creadorde la enseña nacional: Don Manuel Belgrano y «demuestran la importancia que tuvo la posesión del símbolo más representativo de nuestra nación.»

Siempre vuelven a mi memoria unas palabras de Nicolás Avellaneda, pronunciadas en 1877: «Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos, y los que se apoyan sobre las tumbas gloriosas son los que mejor preparan elporvenir». Y por eso el inefable Kundera bien pudo afirmar que la lucha del hombre con el poder es, en el fondo, la lucha de la memoria contra el olvido...

Me mueve memorar, re-memorar en un tiempo tan distraído como el nuestro.

Me impulsa ahondar en un hombre que integró un universo de verdaderos artífices de sí mismos. Son aquellos seres que tomaron sobre sus hombros la dura tarea de construir unanación sobre las ruinas del imperio español en América. Lo hicieron justo en medio de una larga guerra por la independencia, desde 1810 a 1824, que nos desangró, nos limitó de cara al futuro, y que tal vez, pudo ser más corta. Bien sabemos, por último, que sobre las cenizas aún calientes de mil batallas, se alzaron las nacientes repúblicas americanas.

Desde muy temprano su epistolario lo muestra comoun hombre de fe profunda. Víctor Tau Anzoátegui se detiene en un texto de Belgrano de 1810:
«La religión es un sostén principal e indispensable del esta­do, como todos sabemos, y el apoyo más firme de las obli­gaciones del ciudadano: volúmenes enteros no son bastan­tes, para describir todas sus conexiones con la felicidad pú­blica y privada: riámonos de las virtudes morales que no están apoyadasen nuestra Santa Religión: la razón y la ex­periencia nos lo enseña constantemente.»

Tras la batalla de Tucumán, ciertos religiosos de Buenos Aires, le enviaron a Belgrano cuatro mil escapularios de la Merced. Todos, oficiales y soldados, los colocaron sobre sus uniformes en el próximo triunfo, el de Salta, «vinieron a ser -se dijo- una divisa de guerra».

Pues bien, el horizonte espiritual deBelgrano queda perfilado en una carta de 6 de abril de 1814 dirigida desde Santiago del Estero a San Martín, donde le expresaba:

«Mi Amigo: hablo a V. como tal, y según mis deseos de su acierto... La guerra, allí, no sólo la ha de hacer V. con las armas, sino con la opinión, afianzándose siempre ésta en las virtudes morales, cristianas y religiosas; pues los enemigos nos la han hecho llamándonosherejes...
Acaso se reirá alguno de éste mi pensamiento, pero V. no debe llevarse de opiniones exóticas, ni de hombres que des­conocen al país que pisan; además por ese medio consegui­rá V. tener el ejército bien subordinado; pues él al fin, se compone de hombres educados en la religión Católica que profesamos, y sus máximas no pueden ser más a propósito para el orden.
He dicho a Vd. lo bastante:quisiera hablar más, pero temo quitar a Vd. su precioso tiempo, y mis males tampoco me dejan; añadiré únicamente que conserve la bandera que le dejé; que la enarbole cuando todo el ejército se forme; que no deje de implorar a Nuestra señora de las Mercedes, nom­brándola siempre Nuestra Generala, y no olvide los escapularios a la tropa; deje Ud. que se rían; los efectos lo resarcirán a Vd. de lasrisas de los mentecatos, que ven las cosas por encima.
Acuérdese Vd. que es un General Cristiano, Apostólico, Romano: cele Vd. de que en nada, ni aún en las conversa­ciones más triviales, se falte el respeto de cuanto diga nuestra Santa Religión; tenga presente no sólo a los generales del pueblo de Israel sino a los de los gentiles, y al gran Julio César, que jamás dejó de invocar a los dioses...