Reflexiones Sabina
Ni tan arrepentido ni encantadode haberme conocido, lo confieso.Tú que tanto has besadotúque me has enseñado,sabes mejor que yo que hasta los huesossólo calan los besosque no has dado,los labios del pecado.
Porque una casa sin ti es unaemboscada,el pasillo de un tren de madrugada,un laberintosin luz ni vino tinto,un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voydandoy, sin embargo, cuandoduermo sin ti contigo sueño,y con todas si duermes a mi lado,y si te vas me voy por los tejadoscomo un gato sin dueñoperdido enel pañuelo de amarguraque empaña sin mancharla tu hermosura.
No debería contarlo y, sin embargo,cuando pido la llave de un hotely a media nocheencargoun buen champán francésy cena con velitas para dos,siempre es con otra, amor,nunca contigo,bien sabes lo que digo.
Porque una casa sin ti es unaoficina,un teléfono ardiendo en la cabina,una palmeraen el museo de cera,un éxodo de oscuras golondrinas.
Y cuando vuelves hay fiestaen la cocinaybailes sin orquestay ramos de rosas con espinas,pero dos no es igual que uno más unoy el lunes al café del desayunovuelve la guerra fríay al cielo de tuboca el purgatorioy al dormitorioel pan de cada día.
Y los finales felices existen
aunque siempre sean al final.
FIN.
Joaquin Sabina.
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