reflexión
Lo que les voy a contar sucedió en Barranquilla hace ya treceaños, cuando yo apenas empezaba en el mágico mundo de la radio. Una compañía de blanqueadores nos pidió hacer una campaña conjunta en la que iríamos con un gran camión lleno de premios a barriosmarginados de la ciudad.
Siendo DJ de una emisora muy popular, fui la encargada de liderar dicha campaña y un día salimos rumbo a uno de los barrios más necesitados de Barranquilla. Estando ahí, la gente seacercaba a cambiar su tarro vacío de blanqueador por un utensilio de cocina. Todo marchaba en calma, cuando una mujer bajita, de piel blanca y ojos llenos de angustia se me acercó y me dijo: “¿Ustedes Camila la de la emisora, verdad? Yo la reconozco por la voz, ¿será que me puede acompañar a mi casa un momento?, tengo algo muy importante que decirle”. Yo tuve que decidir entre quedarme en elsitio para seguir con la actividad o seguirla y saber de qué se trataba tal urgencia. Llegué a su casa, apenas a medio construir, sin muebles y con una cortina que ocultaba un pequeño cuarto. Me dijoque estaba apenada por no pedirme que me sentara, pero a falta de un sofá, solo podía ofrecerme un viejo ladrillo. Le dije que no se preocupara y que me contara su historia. Se fue hacia una viejanevera, alzó los brazos y sujetó, como un tesoro, a un radio que a duras penas emitía alguna señal.
Me dijo que ella era enfermera, que había nacido en Medellín, pero que consiguió trabajo en unhospital de Barranquilla. Hasta ahí me pareció todo normal, hasta que me contó que su vecina, madre de un niño cuadripléjico, decidió un día cualquiera botar al menor a la calle, porque no tenía cómo...
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