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The Black Box
La Reforma Fiscal, ¿Una historia sin final?
6 Comments 31 enero 2011
por Edy Paul Boteo ( Autor invitado, estudiante Magister de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile).
La l es un tema que provoca encarnizadas discusiones en nuestro país. Por una parte se encuentran quienes constantemente nos recuerdan que la recaudación de impuestos en Guatemala se encuentrapor debajo de la recaudación de los países latinoamericanos y argumentan que incrementar los impuestos traerá mayor desarrollo al país debido a que se podrían invertir esos recursos adicionales en más educación y salud.
En el otro extremo se encuentra quienes aducen que en realidad el gobierno no necesita más dinero. Argumentan que incrementar más impuestos sólo afectará el poco crecimientoeconómico que ha tenido el país y que el Estado debe limitarse a ciertas funciones básicas. En este sentido, dotar al aparato estatal de más medios para financiar políticas sociales es una pérdida de recursos y de eficiencia.
Esta es una simplificación de los argumentos que se esgrimen y que escuchamos cada vez que suenan los vientos de una reforma tributaria. La pregunta es ¿En verdad necesitamosuna reforma fiscal? La respuesta debería estar condicionada a si el Estado que hoy tenemos y la estructura tributaria vigente contribuyen o no al desarrollo y al crecimiento del país. Lo cierto es que ninguno de los que apoyan o se oponen a una reforma fiscalrerrefiscal está de acuerdo con el Estado que hoy rige en el país. Unos lo tachan de muy pequeño y otros de muy grande, pero en realidad noes una cuestión de tamaño, sino de cuán bien está haciendo su trabajo con los recursos que cuenta. La evaluación no es muy positiva que digamos, pero ¿Acaso se le ha dotado del salario, la infraestructura y el equipo necesario a los policías para hacer bien su trabajo? ¿Qué decir de los maestros, doctores, enfermeros, jueces y todo los empleados públicos? La respuesta es evidente: los salarios soninadecuados y la infraestructura a veces está literalmente por caerse, con policías que pagan por sus propias municiones o guardias penitenciarios viviendo en peores condiciones que los propios reclusos. Un extremo ridículo y penoso. Con estos incentivos tampoco podemos ser tan ingenuos de pedir una seguridad y servicios de primer mundo. Como reza el dicho, no le pidamos peras al olmo. No podemosser tan injustos.
Por supuesto que luego salta el argumento que el Estado está haciendo funciones que no le corresponden. Pero ¿Podremos esperar un país desarrollado cuando una porción importante de sus ciudadanos son iletrados, sufren de desnutrición y no tienen infraestructura básica de transporte, agua potable o electricidad? ¿Pueden las empresas extranjeras interesarse en un país pequeño,con tan escaso capital humano? La respuesta nuevamente salta a la vista: Guatemala sólo logra atraer en Inversión Extranjera Directa un 2.2% de su PIB, mientras que Costa Rica y el Salvador, con economías más pequeñas, lograron atraer en 2008 un 7.2% y 6.8% de su PIB respectivamente. Un detalle más, la carga tributaria es de 18% en El Salvador y de 15% en Costa Rica, mientras que en Guatemala hallegado como máximo a un 12.9%.
Por supuesto que una reforma que sólo incluya mejorar los ingresos sin mejorar los mecanismos de control del gasto público no tendrá los resultados deseados. Los casos de corrupción suceden a todo nivel, con sistemas de adjudicación de obras y de contratación de personal viciados. Pedir mayores ingresos gubernamentales sin solucionar el problema de corrupción es,cuando menos, irresponsable, y cuando más, perverso.
Pero ¿Se tienen que subir las tasas para aumentar los ingresos fiscales? La respuesta puede ser que no. Se tiene que empezar quitando todos los privilegios que actualmente contiene el código tributario. Según estimaciones de la SAT, los ingresos sacrificados por dichos privilegios ascienden aproximadamente a un 8% del PIB. Si se le suma mayores...