Reforma Protestante en 1517
Hombres de Galilea, ¿por qué siguen mirando alcielo? (Hechos 1:11)
El católico de hoy está obsesionado con el cielo. El fundamento de su religión está por ahí, en el nebuloso e incorpóreo más allá. Su centro espiritual fugó a otro mundo, a un lugaretéreo, misterioso e inefable que espera conocer después de muerto. Su fe es un cuento infantil descarnado, y poco tiene que ver con su manera de vivir y obrar en el mundo real. No es por criticar ladevoción de la abuelita, pero esa religión ignora tres importantes pilares del cristianismo auténtico: la encarnación, la presencia real y la doctrina social.
¿Por qué los pobres no tienen adóndevolver la vista? La vuelven hacia los cielos con la esperanza infinita de encontrar lo que su hermano en este mundo le quita. Así lo denunció la trovadora, más fiel en su denuncia a la tradición católicaque los mismos beatos que acusó. El evangelio es buena noticia, aquí y ahora. Cristo se hizo hombre realmente para salvar la humanidad de sus tristezas y angustias. Está presente y disponible para supueblo en el pan y el vino. Su presencia vincula para siempre al cielo con la tierra, y a Dios con la humanidad.
Sin la encarnación, no hay evangelio. Sin la presencia real, el Reino se postergaindefinidamente. Sin la buena noticia, sin el amor incondicional del Padre infinitamente bondadoso que salva a su pueblo porque esa es su santa voluntad, nos quedamos con un cielo imaginario y elprotocolo institucional, para condicionar el ingreso.
En el fondo, la pieza esencial en esa religión no es el cielo. Es el infierno. Su dios es el monstruo iracundo que sólo existe para arrojar a lahumanidad al fuego eterno. El pueblo espera aplacar su ira acertando la fórmula ritual exacta, observando el protocolo rigurosamente.
La crítica de la filosofía secular es que la religión es alienante. Si...
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