Reforma

Mucho se ha dicho sobre la tan llevada y traída reforma educativa, al grado de que hemos visto cómo algunos grupos de maestros han protestado de muy diversas formas aunque, lamentablemente, variosde ellos han tomado el tiempo en que deberían estar frente a sus alumnos para manifestarse contra lo que ellos denominan una reforma laboral, porque aseguran que vulnera sus derechos como trabajadores,no obstante que, contradictoriamente, algunos docentes también violan los derechos de los niños a estudiar y a que se cumpla el calendario escolar de los famosos 200 días efectivos de clases que,como muchos sabemos, en la práctica no se lleva al terreno de los hechos.
Aunque el objetivo de esta columna no es analizar a fondo el contenido de la reforma educativa, porque, desafortunadamente, lasociedad -y concretamente los padres de familia que tenemos hijos pequeños en la escuela- no ha recibido información suficiente para juzgar si efectivamente los cambios a la Ley de Educaciónrepresentan un verdadero beneficio que se reflejará en una mejor preparación académica de nuestros hijos, con lo que nos quedamos únicamente con dos versiones contrastantes de Gobierno y maestros, ambos endefensa de sus respectivas posturas, ninguno dispuesto a ceder, a pesar de que las modificaciones legales son ya una obligación que se debe acatar sin objeción por parte del gremio magisterial.
Quienesnos hemos involucrado un poco más en este tema (el que esto escribe porque es periodista) hemos escuchado la postura firme y respetable de algunos maestros, quienes defienden sus puntos de vista yesgrimen sus argumentos en contra de la reforma educativa, mientras que la autoridad también pone sobre la mesa los suyos y tal pareciera que nadie está dispuesto a ceder y a buscar un consenso en lostemas que causan más polémica, aunque finalmente la nueva Ley de Educación ya fue aprobada y su aplicación es irreversible.
Platicando con algunas directoras de planteles educativos de nivel primaria...