Reinvención del mito. Cuento original.
Orfeo, hijo de Apolo (y nieto de Zeus) y de Calíope, musa de la poesía épica y de la elocuencia, poseía el don de la música y de la poesía.
Enamorado perdidamente de Eurídice, una ninfa de los valles de Tracia, la convierte felizmente en su esposa. Pero un nefasto día, tratando ella de huir de Aristeo, hijo de Apolo y que pretendía poseerla, pisó una serpientevenenosa y, mordida por ésta, murió.
La pena invadió entonces a Orfeo, y llorando desconsoladamente a las orillas del río Estrimón, entonó canciones tan tristes que todos los dioses y todas las ninfas le incitaron a descender al inframundo, donde, con la ayuda inestimable de su música, consiguió sortear mil y un peligros, conmoviendo a demonios y tormentos.
Una vez hubo llegado ante Hades yPerséfone, dioses regentes del Inframundo, utilizó de nuevo su música consiguiendo convencerlos de dar a Eurídice la oportunidad de regresar al mundo de los vivos. Pero pusieron una condición: Orfeo debía caminar siempre delante de ella y no mirarla hasta que ambos hubieran llegado arriba, y los rayos del sol hubieran bañado por completo a Eurídice.
El camino de regreso se hizo terriblementelargo. Orfeo se mantenía sus ojos al frente a pesar de las enormes ansias que le invadían de admirar a su amada. No se volvió ni aún cuando los peligros del Inframundo los acechaban.
Ya en la superficie, Orfeo, al borde de la desesperación, giró la cabeza creyendo que todo había pasado, pero Eurídice aún tenía un pie a la sombra y, en ese preciso instante, se desvaneció en el aire, ya sinposibilidad de volver de nuevo.
Subsuelo
Se despertó con un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo. Estaba sentado, reclinado contra un escritorio, en una posición bastante incomoda. Sus ojos, nublados por el cansancio, no reconocieron donde se encontraba. Aturdido, tanteó sus bolsillos en busca de su celular. Éste le afirmaba que eran pasadas las cuatro de la mañana. Reprimiendo un bostezo yfrotándose la cara se puso de pie.
Ya más despierto, miró detenidamente a su alrededor. Las paredes grises, la mancha de café en la alfombra, su papeleo amarillento. Estaba en su oficina. Y entonces, comprendió. Se había quedado dormido en el trabajo. Otra vez.
Desde que su amada Eurídice había muerto, Orfeo no era capaz de nada. Tenía un vacío horrible en el pecho, y cada vez que la pensaba sentíala misma puntada fría en su corazón. Por las noches no lograba conciliar el sueño; y las pocas veces que lo hacía, las pesadillas lo atormentaban, obligándole a revivir día a día la pérdida de su esposa.
Había perdido la alegría que lo llenaba, y parecía varios años mayor. Antes, cuando estaba con su esposa, solía cantar a la par de su guitarra, alegrando a la oficina donde trabajaba. Perodesde que ella no estaba, cada vez que tocaba parecía hacer llorar a las paredes, a las plantas, a los suelos. Orfeo siempre había sentido a través de su música, y su dolor era tal que abatía a quien escuchase.
Los primeros días luego de su fallecimiento, la gente lo trataba de consolar. Palabras de ánimo abundaban a su alrededor, pero él simplemente no podía oírlas. Todos afirmaban que era unaetapa, que ya lo superaría. Pero pasaban las semanas y Orfeo sabía que jamás volvería a ser el mismo. Eurídice era todo para él. Al tiempo hasta sus amigos más cercanos dejaron de intentar alegrarlo, y se resignaron a mirarlo con ojos tristes cuando lo veían pasar. Y así su alma se fue marchitando cada vez más, convirtiéndose en un triste eco de lo que era antes.
Mientras salía de su oficina y sedirigía al ascensor, intentaba ignorar el ardor de su garganta. Estaba harto. “Ojalá pudiese hacer algo para traerla de vuelta” pensaba para sí. “Haría lo que sea.” Distraído en sus fúnebres pensamientos, casi no nota la hermosa figura que se encontraba a unos pasos, muy quieta, mirando por la ventana.
El estómago le dio un vuelco. Era la mujer más hermosa que había visto en su vida. Sus rasgos...
Regístrate para leer el documento completo.