relaciones internacionales
El seductor de la patria (1999) reconstruye la vida de uno de los personajes más controvertidos de la historia mexicana decimonónica, la del militar y dictador mexicano Antonio López de Santa Anna (1794-1876). Erigido en el poder en once ocasiones durantelas décadas subsiguientes a la independencia mexicana, se le ha culpado, entre otras cosas, de la derrota en la lucha por Texas de 1836 y del fracaso de la guerra con Estados Unidos (1846-48), que supuso la pérdida de la mitad del territorio nacional de México [1]. Recientemente, esta última cuestión ha desatado de nuevo la polémica y la discusión entre defensores y detractores de Santa Anna. Lapublicación de la obra Perfil del traidor de Jorge Veraza Urtuzuástegui, donde el autor “ubica al personaje como ‘factor clave’ en la conformación de la ‘plataforma territorial’ desde la que Estados Unidos comenzó a construir su hegemonía mundial” (1), y el ciclo de mesas redondas sobre libros y películas en torno al personaje histórico, otorgan al debate sobre Santa Anna mayor actualidad si cabe, yaumentan en cualquier caso la fascinación que el carismático personaje ha ejercido durante generaciones sobre historiadores y escritores como Carlos Fuentes o el autor de la presente obra.
La novela viene a ser una especie de biografía novelada de Santa Anna en forma epistolar. Junto a las cartas -más de ochenta- que los diferentes personajes se intercambian, se encuentran también lostestimonios de otros personajes -algunos históricos y otros ficticios- cercanos al dictador. Dichos testimonios se presentan en forma de fragmentos de diarios, decretos, discursos, actas, y otros documentos de carácter histórico [2], que tienen la función de completar la información obtenida por los principales narradores y/o refutar la versión ofrecida por Santa Anna de su vida pública y privada.
Unaestrategia discursiva empleada en El seductor para construir verosimilitud y legitimar las voces del relato es precisamente el uso del formato epistolar. Un formato gracias al cual los personajes pueden expresarse directa y libremente sin la intervención de un narrador que filtre, resuma o añada juicios sobre éstos y sus respectivos discursos. El formato epistolar también permite que algunospersonajes se conviertan en narradores y que incluyan su versión del pasado dentro de las cartas. La novela opta así por abandonar la tradicionalmente autoritaria posición del narrador omnisciente en tercera persona, lo que desemboca en un menor control narrativo del discurso de los personajes. Además, la falta de intermediación provoca la ilusión del contacto directo en el lector, la ilusión de...
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