Relato desierto
Me desperté cuando apenas el sol comenzaba a asomar sobre las suaves dunas moldeadas por el viento. Aún hacía frío, por suerte estaba refugiada junto unagran roca que asomaba entre la arena.
Mi ropa estaba rasgada y tenía restos de sangre bajo las uñas. No recordaba como me había hecho aquello ni como había llegado hasta allí. Lo último querecordaba era que Dani y yo estábamos acampando cerca de un hostal perdido en medio de la nada. Queríamos ver el Dakar de este año de la forma más “económica” posible y acampar en el desierto era la mejoropción.
Tenía que volver antes de que empezara a preocuparse por mi, saliera a buscarme y se perdiera el también.
Observé a mi alrededor en busca de pisadas pero no había atisbo de vida por ningunaparte. Decidí que quedarme parada esperando a que pasara el tiempo no me serviría de nada asi que, guiándome por la salida del Sol comenzé a caminar en perpendicular hacia el Norte. Con suerteencontraría huellas de neumáticos recientes o quien sabe, de un camello.
Conforme las horas pasaban el calor era cada vez más intenso y corría menos aire. Me empezaban a flaquear las fuerzas. Ladeshidratación estaba jugando conmigo. Más de una vez creí avistar oasis que luego no resultaban ser más que espejismos. Si quería llegar sana y salva al campamento tendría que acelerar el ritmo, ganarle lacarrera a un sol cada vez más abrasador. Cada paso que daba significaba estar uno más cerca de llegar a mi objetivo y eso me motivaba a dar otro más.
La arena se oscurecía según avanzaba, el terrenoestaba cambiando. Mis pies ya no sufrían por el ardiente suelo del desierto si no por las hirientes aristas de las piedras volcánicas.
Lo único que me apetecía en esos momentos era una gran jarra deagua fría y de paso, un masaje en los pies. El sol estaba casi ya en su punto álgido cuando una tormenta de arena se formó ante mis ojos mostrándome una vez más la despiadada naturaleza del desierto...
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