Relato "Sant Jordi"
caras y la misma sombra sobre cada individuo que como yo esperaba
en el andén a que llegase la primera locomotora de lamañana.
Saludaba a la misma hora cada día, todos los días, a las mismas
personas, pero aquel día, no recuerdo cuantos años hace
exactamente, algo diferente cambió mi vida. En aquel instante no locomprendí, pero tiempo después pude entender que significó para mí
la chica de la triste sonrisa. Como decía, esperaba en el andén
cuando ella irrumpió en la estación y llenó de luz todosy cada uno de
los rincones, incluso los que todos llevábamos incrustados en las
entrañas. Era una mujer joven, no especialmente guapa pero con el
misterio que tenía podía encandilar hastaal más frío de los
hombres. Llevaba un vestido gris, que jamás se quitó en los meses
en que coincidimos. Dicen, yo no lo sé, que la pobre no tenía ni para
comer, pero yo creo que esevestido era para ella una especie de
tesoro, que suavemente acariciaba cuando sus pensamientos y su
mirada se perdían en algún lugar de su memoria. Tal vez penséis que
son sensiblerías lo queos digo, pero las caricias que vi que le
regalaba a esa tela escondían más amor que el que muchos de
nosotros hemos sentido jamás. Caminaba ausente a los cientos de
ojos, que como yo, laobservaban. Era una cara nueva en nuestra
monotonía. Sus zapatos de tacón apenas rozaban el suelo, volaba
ante nosotros y con ella esa luz que hacía desaparecer toda la
maldad y laoscuridad que había en nosotros. No lo creas pero esa
chica era algo más que una chica. Era algo más. Se sentó en uno de
los bancos de madera de la estación y clavó su mirada en la vía.
Esperando.Jamás habló con ninguno de nosotros. Todas las mañanas acudía
a la espera del primer tren sentada en aquel banco y se iba a
última hora de la noche. Nunca reclamó para ella aquel lugar,...
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