Relato testimonial

AUTORIDAD Y PODER EN CHILE: UN BREVE REGISTRO LITERARIO

Norberto Flores C. (PhD)
Universidad de Playa Ancha de Valparaíso.

La experiencia autoritaria vivida bajo la forma de un régimen dictatorial como el que gobernó Chile entre 1973 y 1989, aún cuando responda al propósito de ser estudiada bajo la forma "objetiva" de un marco teórico, adopta inevitablemente la forma del testimonio, estoes, un mensaje cuya intención es brindar una justificación sobre un hecho social previo, interpretación garantizada por el emisor del discurso al declararse actor o testigo (mediato o inmediato) de los acontecimientos que narra. No haber sufrido las penas de la cárcel, la tortura ni el exilio, no significó, necesariamente, desconocer la violencia de quienes detentaban el poder: el temor cotidianoa la acusación y al encarcelamiento, la impotencia ante un autoritarismo que, se creía equivocadamente, no tenía precedentes. Miedo carente de protagonismo, temor de tramoya y butaca, revestido de la indiferencia adquirida durante décadas de ejercicio de autoridad y poder en Chile.
A cierta distancia cronológica de los hechos, la pregunta constante sigue siendo ¿cómo fue posible que esosucediera? Ser metódicamente reducidos y amedrentados durante más de quince años (no hubo reacción nacional sino a partir de 1983 -año en que se registraron las primeras protestas masivas)-, obliga a buscar una respuesta que se sitúa entre los límites del pasado y la contingencia.

B. DE LA AUTORIDAD Y EL PODER EN CHILE

"Chile, fértil provincia señalada/ de la región antártica famosa/ de remotasnaciones respetadas/ por fuerte, gallarda y poderosa..." rezan los primeros versos de La Araucana de Alonso de Ercilla, poema épico escrito durante la Conquista de un territorio que, sito al fin del mundo, fue el tema de la obra que -en términos borgianos-, justificó los días del Manco de Lepanto. El poema, como es sabido, posee los rasgos de una apología al valor de los indígenas al sur delBío-Bío, mas, pronto se advierte su real finalidad: glorificar el arrojo de las vencedoras huestes españolas sobre la pertinaz obstinación de los cientos de miles de araucanos que fueron eliminados en una guerra sin cuartel. La Araucana, tema obligado en la enseñanza chilena, y la exégesis de los trescientos años de lucha indígena, sin embargo, fueron suficiente para sembrar, en el naciente espíritunacionalista decimonónico, la convicción de que los chilenos eran el resultado de dos castas que aunaban orgullo y belicosidad: la castiza y la araucana.
El paso del tiempo acentuó esta hipótesis, añadiendo una segunda variante: la distinción entre los descendientes directos de los conquistadores y aquéllos que eran resultado de la mezcla de sangres. Si por una parte, la imagen guerrera del araucanoadquirió ribetes simbólicos y se convirtió en tema recurrente en las aulas de clases, en el habla cotidiana, la palabra "indio" adquirió una connotación peyorativa que era (y sigue siendo) aplicado a los integrantes de los sectores desposeídos para denotar pobreza, estulticia y lasitud. De este modo, aunque Chile nació a la vida republicana con una notable homogeneidad de razas -en comparación conotros países del continente-, estuvo herido desde sus comienzos por una profunda diferencia de castas que se convirtió en una variante social del racismo: el clasismo.
Con el paso del tiempo, las diferencias sociales excedieron los estratos puramente económicos para revestir los disimulados ropajes de una relación de autoridad que remitía a los tempranos días de la encomienda. La manipuladaimagen del araucano como origen de la "raza chilena" creció a la par que la figura del "roto", término que por una parte ponderaba las virtudes del "hombre de pueblo" (entiéndase pobre): pícaro, valiente, etc. pero que a la hora de las injurias, restallaba como un latigazo, hiriendo con las sutiles puntas de la carencia de estirpe. El fenómeno también tenía eco en estratos sociales más altos. Las...