Relato
Después de unas cuantas tiendas, encontramosropa a nuestro gusto, así que cargados con un montón de modelitos nos dirigimos a los probadores, eran amplios y disponían hasta de un taburete que le vino de perlas a Arturo, pues ya había comenzado aestar cansado de tanta tienda. Al entrar en el probador, verlo tan grande, con un espejo que ocupaba toda una pared, y recordar que no llevaba nada bajo el vestido, supe lo que le iba a dar a cambiode esa tarde de compras. Él, por supuesto, se sentó en el taburete para observar como me cambiaba de ropa. Teníamos una suave música de fondo. Era el momento ideal para darle una sorpresa.
Cogíel primer vestido que había elegido, me quité el que llevaba puesto y cuando volví a mirar a Arturo sus ojos se salían de sus órbitas de lo abiertos que estaban. “No tenía ni idea de que fueses así,sin nada”, me dijo. Yo no contesté, solamente le sonreí picaronamente. Así, desnuda como estaba me acerqué a él y le besé en los labios, le susurré en el oído si no le gustaría hacerme el amor allí, enel probador, en ese mismo instante. Le puse en pie, le quité los pantalones que llevaba, para descubrir que él tampoco llevaba nada debajo, y cuando le miré para preguntarle por qué no me lo habíadicho, una sonrisa de lo más traviesa apareció en su cara. Así, desnudo de cintura para abajo le volví a sentar en el taburete, abrí sus piernas, me arrodillé y metí mi cabeza entre ellas para con mi...
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