Religion y ciencia
En los dos últimos siglos se ha alzado una nueva barrera entre la vida y la muerte, además de la que ya estaba tendida por la débil comprensión de la Naturaleza. La oposición entre la ciencia y la religión agudizó más las diferencias de conceptos, y si quedaba algún resquicio de libertad espiritual, la ciencia se encargó de ridiculizarlo bajo un nuevo anatema: “nada de estopuede probarse”, “no tenemos pruebas científicas de estas afirmaciones”…
Se trataba de demostrar con medios materiales realidades abstractas. Se trató –y se logró por un tiempo– de reducir la vida psicológica, intelectual y espiritual a meras secreciones de distintas glándulas. Todo se redujo al funcionamiento orgánico del cuerpo y, por lo tanto, no había más que una vida: esta; y la muerte fue elfinal de todas las cosas.
Pero la ciencia no está separada de los hombres y fue la inquietud humana la que hizo derivar la ciencia hacia nuevos campos, hacia nuevas investigaciones, hacia nuevas formas de interpretar la realidad. Así nacieron numerosos “paras”: fenómenos paranormales, parapsicológicos, parafísicos, y otros similares que intentaban explicar lo que, a la vista de hechos concretos,necesitaba, sin duda, alguna explicación, por absurda que fuese.
Lamentablemente, junto a las investigaciones serias y encaminadas a encontrar la verdad, aparecieron –como siempre, y como seguirán apareciendo– farsantes que aprovecharon la novedad para hacer buenos negocios con ello. Espiritistas de tres al cuarto, magos de pacotilla, videntes de feria e infinidad de interlocutores con el más alláhicieron su agosto en detrimento de una vía de conocimiento que pudo haberse abierto con mayor rapidez y limpieza.
No obstante, y a pesar de la maraña de embaucadores, la necesidad de saber y saber bien, sigue aportando su energía. Hoy son cada vez más los trabajos en los que se relatan casos considerados curiosos o imposibles hasta no hace mucho, pero que van dándose a conocer en la medida en quedesaparece el miedo a revelarlos.
Médicos y psiquiatras, amparados por el rigor de su profesionalidad, han tratado casos muy concretos en los que los recuerdos aportados por ciertas personas en estado de trance hipnótico, no podían sino pertenecer a épocas anteriores a su actual existencia y sin posibilidad de truco alguno o de engaño premeditado. Otras observaciones se han encaminado al campo delos enfermos terminales o en estado de coma profundo que llegan a darse por muertos y que, sin embargo, “regresan” otra vez a su cuerpo, a la “vida”, relatando con mayor o menor claridad sus experiencias mientras estaban en el “más allá”. Las coincidencias en los relatos nos permiten suponer que sería muy difícil poner de acuerdo a varios millones de personas de distintos lugares, diferentesformas de educación y creencias, para que repitan lo mismo. Parece más bien que nos encontramos ante la posibilidad de abrirnos paso en medio de una frontera que siempre resultó temible e intocable, por lo menos desde que ciertos tabúes sobre la muerte han convertido en algo terrible y doloroso este acontecimiento natural y lógico en el transcurso de la pretendida y deseada evolución.
Nuevamente, y conropajes modernos, aparece Satanás como inductor de estas experiencias, cuando no se intenta mostrarlas como simples efectos de drogas o, en todo caso, como el producto de la ferviente imaginación de algunos desquiciados.
Pese a todo ello, la pujanza de ciertas vivencias profundas, hace que el camino no se cierre sino que, más bien al contrario, deje paso a nuevas postulaciones.
Es innegable queexiste en los seres vivos un “instinto” –por llamarlo de alguna manera– de eternidad. Todo lo que vive se resiste a la muerte, bien sea en actos simples y reflejos, bien sea bajo la forma de la angustia que aqueja a los hombres dolorosamente obligados a dejar la existencia para siempre mientras están activos sus sueños y esperanzas.
Sigue vigente el deseo de no morir, de no dejar las cosas...
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