religion







Domingo XI Ciclo C
16 de Junio de 2.013
Citas de las Lecturas:
1ª Lectura: 2Samuel 12, 7-10.13
Salmo: 32(31)
2ª Lectura: Gálatas 2, 16.19-21
Evangelio: Lucas 7, 36-50
La liturgia de este domingo XI del tiempo ordinario nos habla del vínculo entre el amor y el perdón. Es decir, nos habla de misericordia. Cuando Dios, a través de su palabra, nos habla de misericordia, se refierea un manantial inagotable. En el evangelio de hoy, la visión de Jesús se ilumina a partir de una parábola: De dos deudores insolventes, amará más al Señor aquél a quien le ha sido perdonada la mayor de las deudas.

Todo el evangelio está mostrando ese mensaje: Jesucristo ofrece el perdón de Dios a los hombres y mujeres insolventes de la tierra. Entre ellos se encuentran el fariseo y laprostituta. El fariseo no se ha preocupado de aceptar ese perdón; piensa que sus cuentas están claras, se siente plenamente en paz y, por lo tanto, le resbalan las palabras de Jesús que aluden al don de Dios que borra los pecados. Convida a Jesús, pero lo hace por curiosidad; en el fondo no lo ama, porque no se reconoce pecador, no quiere ser perdonado. La mujer, en cambio, se sabe pecadora; ante Dios yante los demás confiesa que su deuda es impagable; por eso se ha sentido condenada. Pero ahora que Jesús ha llegado a la ciudad, una vez que ha proclamado su palabra de gracia universal, ella se ha sentido, se ha sabido perdonada. Por eso, superando todos los convencionalismos, aprovecha la ocasión y viene hasta Jesús para demostrarle su agradecimiento y su amor: La grandeza del perdón que Dios leha concedido se demuestra a partir de la grandeza del amor que ese perdón ha suscitado.

Jesús no se cuida ni de juicios ni de conveniencias. Esta pecadora tiene una gran confianza en Jesús, quien la recibe con un amor que la transforma y entonces se despierta en ella un amor más grande. Otro amor que la purifica y la resucita, un amor inmenso que ha recibido un perdón inmenso. Dos personas.Dos seres que están dentro de nosotros. El Justo y la pecadora. El justo observa fríamente, razona, encerrado en lo que cree saber sobre Dios, el pecado, los perdones imposibles. Va a faltar a este encuentro que habría cambiado su vida.

La pecadora no dice nada, tiene detalles de delicadeza, de amor. Simeón es un justo, de esos a los que Jesús no ha venido a llamar. Si se sientan a la mismamesa, lo hacen como personas que se han hecho ellos mismos la invitación. No pueden entender la gracia, el don gratuito, generoso, traído por Jesús. ¿Es que son orgullosos, más pecadores que los demás? El texto no se preocupa de esto y deja a la paradoja toda su fuerza: Aquellos a los que se perdona poco no pueden entender a Jesús. Del otro lado está la mujer. En una situación de desamparo. Sumisterio hace pensar en esa otra mujer que Jesús acaba de encontrar y que conocía también el fondo del desamparo llevando al sepulcro a su hijo único. Llegando, como llegan al fondo de la pobreza, las dos mujeres no pueden sino recibir.

La palabra de Jesús crea una vida nueva. Cada vez que pedimos su perdón, Jesucristo nos dice las mismas palabras, con el mismo amor, con la misma fuerza. La diferenciano esta en Jesucristo, sino en nosotros. El amor es consecuencia del perdón. La moral tradicional queda aquí en ridículo. Habitualmente, el perdón aparece como la recompensa del amor y el amor como la causa del perdón. Aquí es a la inversa; el amor es la consecuencia, el fruto del perdón. El perdón es lo primero, no se da a cambio del amor, sino que es pura y simplemente dado. ¿Cuál es entoncesla causa del perdón? Alguna buena disposición habrá en la mujer, que la impulsa a hacerse perdonar. Sólo los que pasan la dura experiencia de la pobreza, cualquiera que sea la forma bajo la que se presente, son accesibles al don de Dios que es el perdón.

Este episodio es un verdadero himno a la misericordia infinita de Dios. Jesús demuestra que Él es mucho más que un profeta. Él es el que...