Religiones Romanas

Roma


Los romanos y el más allá


e ha dicho re?et das veces que la sociedad del siglo de Au­
gusto se hab1a hberado por completo de las tradiciones re­ ligiosas de sus mayores y que a menudo abrazaba el ateísmo. Contra esta afirmadón, que tiene mucho de verdad, pues con el engrandecimiento de sus poderes y las múltiples ocupacio­ nes de su vida presente los romanos daban otro sentido asu destino personal, se alza un hecho religioso interesante en to­ dos sus aspectos; la divinización del emperador.
Ya antes de Augusto, César, que en tantas ocasiones se mofó de la moral t ;adicional y del culto a los dioses, había funda­ mentado su autoridad sobre la milicia en su ascendencia divi­ na. Y Sila, que con saña iconoclasta saqueó en Grecia los tem­ plos de los dioses, llevabasiempre consigo, como precioso amuleto, una estatuilla de Apolo. Más curiosa nos parece aún
la ingenuidad de Cicerón, que, mientras se burlaba con supe­ rioridad de las devociones de su esposa y demás mujeres de su familia a los dioses tradicionales, se hacía iniciar secretamente
en los misterios de Eleusis.
Augusto fue divinizado y junto a su persona se rindió culto a la diosa Roma. Este procesodivinizador, que se desarrolló para instituir una religión oficial, tuvo fácil presa tanto en el emperador como en los súbditos.
Parece que al final de sus días Augusto se creía ya con filia­ ción divina y con vocación inmortal. Y la inmensa mayoría de los habitantes del Imperio dio su plena adhesión a la diviniza­ ción del emperador, a la que siguió en muy poco tiempo la de toda sufamilia. Así, por ejemplo, la que llamamos Maison Ca­ rrée de Nimes es un templo dedicado a los nietos de César.
El culto que se desarrolló en torno a emperadores como Ves­ pasiano y Heliogábalo supera toda imaginación. Cabe pregun­ tarse si tanto los que organizaban los actos de culto al empera­ dor como el mismo emperador que los recibía creían
realmente en lo que hacían. De hecho, la divinizaciónfue un proceso tanto religioso como político, en cuanto que por ella el emperador personificaba el Imperio y, rindiendo culto a su




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La vida presente·y la vida futura según los romanos





Maison Carrée de Nimes, construida en el año 16 a. de }.C. en honor de Augusto.


numen, se lo rendía a todo el Imperio. Esto no era ninguna novedad, pues ya los Tolomeos en Egipto y losSeléucidas en Siria lo habían hecho. Pero el culto oficial del estado, que era la adoración del emperador, no eliminaba el derecho al culto de los otros dioses.
La tríada capitalina Qúpiter-Zeus, Juno-Hera y Minerva-Ate­
nea) recibía el ll)ismo culto que antes, así como en el interior de los hogares seguía honrándose a los manes, lares y penates, espíritus de los antepasados, del hogar y delos alimentos fami­ liares, respectivamente. Los servicios sacerdotales públicos de los flámines, augures y vestales no desaparecieron con la intro­ ducción del nuevo culto ni cesaron los sacrificios tradicionales a las divinidades, antes al contrario, a veces era el propio em­ perador-dios quien los ofrecía.





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Roma La vida presente y la vidafutura según los romanos


Paradójicamente, a medida que el Imperio avanzaba, los ro­ manos concretaban la significación de sus creencias persona­ les. No hay duda de que creían en la inmortalidad del alma, pero como los griegos, de quienes tomaron el sistema teogóni­ co, no acertaron a imaginar las condiciones de vida en el más allá. Según unos, las almas de los muertos esperaban de sus fa­miliares vivientes la ofrenda de la comida necesaria para sobre­ vivir en su vida sepulcral y se vengaban si eran olvidadas. Para la mayoría, los infiernos estaban en las entrañas de la tierra y para llegar hasta ellos los muertos tenían que pagar un óbolo
al barquero que los pasaba al otro lado del río de la muerte. Los suplicios que sufrían los condenados han pasado a ser ejemplos...