RENCUENTRO Barsingodo

RENCUENTRO
Autor: Barsingodo

Susana cerró la persiana para que el reflejo del sol no le molestara a los ojos mientras miraba la pantalla de la laptop. Otro día se estaba escapando de sus manos y, ahora, que se cumplía un nuevo mes de que su tercer hijo partiera para siempre del hogar, tenía algo de tiempo para atender, otra vez, a esas “frivolidades y boludeces” del Facebook, tal como lasdefiniera para sí misma.
Pensó, con cierta molestia, que toda esa tecnología que ella despreciaba era, sin embargo, la que también hacía posible que se diera ese deseado rencuentro con los amigos de la infancia y de la primera juventud.
Se quedó contemplando con nostalgia la foto de sus hijos y de su marido, el gordo, todos sonriendo a la amplitud de una cámara titubeante, algo sesgada, manejada porella, que había registrado ese recuerdo para la eternidad. Las cosas quedan siempre sólo para uno, creyó, y de inmediato trató de olvidar el motivo que traía a Guillermo Maldonado otra vez a la Argentina: había confirmado por la misma vía informática que llegaría en esos días desde Francia a buscar los restos de su hermana, hallada hacía poco tiempo en una fosa común en la provincia de Formosa.Repicó el timbre de calle. Esperaba ese sonido con ansiedad. Susana ahora esbozó una sonrisa espontánea; un dejo de lágrimas frescas se asomó a la comisura de sus ojos.
Se abalanzó a la puerta, la abrió y ahí estaba él, con toda su elegante traza, pero con el habitual cabello desordenado, su rostro bonachón de hombre amable, ido tantas veces de la realidad… tan incisivo otras veces…y también tanpasional.
-¡Miguel! –dijo Susana, con un grito ahogado de emoción. Ese abrazo duró tal vez mil años; se le agolparon los recuerdos de las cuadras de San Telmo que nunca se le habían marchado del todo del corazón.
-¿Cómo estás, Susy? –exclamó Miguel, con su sonrisa suave de siempre y con la mirada colmada de cuestiones.
Susana lo hizo pasar; ahora lagrimeaba para sí misma; se frotaba las cejas depuro incómoda, por una mera vergüenza tal vez incitada por el decoro.
Se sentaron al sofá. Susana invitó un café; Miguel quedó a la espera sin tener la oportunidad de elogiarle el mobiliario. Cuando ella volvió con una bandeja y dos tacitas, ya estaba recompuesta. Se sentó a su lado para repetirle lo mismo que le había dicho en el vano de la puerta.
-¡Estás igual, Miguel! ¡Tenés un pacto con eldiablo! ¿Cómo hacés para estar siempre joven?
-¡Y vos también! Igual… Con ese pelo. Y tu mentón, igual a la de tu madre. ¿Qué fue de ella?
-Murió en un accidente de auto en 1990.
Se hizo un silencio pegajoso, quebrado enseguida por el tintinar de un celular inubicable. Miguel atendió y enseguida esbozó una sonrisa.
-Si, loco… Claro… Estamos acá en lo de Susy. ¿A cuántas cuadras estás? ¡Dale, sí, teesperamos!
La cara de ella había vuelto de la tristeza a la alegría en un instante. Otra vez se sabía sonreír.
-¿Era Timossi…?- murmuró.
-Sí. Viene para acá.
-No sabía que Berty se había casado con él –completó ella, por decir algo.
-Sí, ¡y están los dos en Buenos Aires! Se divorciaron hace unos años. Berty se radicó en París con los hijos y volvió por el tema Kirchner… Es médica osteóloga. Peroahora no sabe qué hacer en el país. Vino por una beca del Conicet, pero por los recortes presupuestarios se la volvieron a sacar.
Y como si fuera un exabrupto, agregó:
-¿Sabías que él tenía otra historia paralela con otra mujer, no?
-¡No! Pero… no entiendo… si Timossi fue siempre un pan de Dios… ¿Vos los seguiste viendo?
-Un tiempo –dijo Miguel-. Hasta que decidieron irse a Francia juntos. Secasaron allá. Timossi siempre quiso a Berty… pero era un terrible mujeriego…
-¡Quién iba a decirlo! –se asombró Susana-. ¡Parecía un tipo tan creativo, con una imaginación tan frondosa!…
El hombre gesticuló con el brazo, como diciendo: “¿Qué tiene que ver eso?”.
-Timossi fundó una agencia de publicidad en Montmartre; le fue bien un tiempo y después decayó, cuando agregó una idea para sumar humor en...