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El comercio de marfil de mamut apenas existía cuando Gorójov nació en 1966. Recuerda que de niño veía colmillos medio podridos en las riberas del río Yana, cerca del pueblo pesquero donde nació, Ust-Yansk, en el norte de Siberia. La libre empresa estaba prohibida en la Unión Soviética, y para muchos lugareños dabamala suerte tocar los colmillos, que según sus creencias pertenecían a criaturas parecidas a topos gigantes que vivían bajo el permafrost.
Aun así, los colmillos prehistóricos fascinaban a Gorójov. Se crió en Yakutia (cuyo nombre oficial tras la caída de la Unión Soviética es República de Sajá), una región rica en recursos, de una extensión casi igual a la de la India y donde en la actualidadviven menos de un millón de personas. Durante su infancia le contaron que el creador de la Tierra pasó tanto frío mientras sobrevolaba la región, que arrojó abundantes tesoros: oro, plata, diamantes, petróleo. Sin embargo, fueron las historias que relataban sus maestros sobre la vida real de los pioneros del siglo XVII que comerciaban con colmillos de mamut las que lo cautivaron. Años después encontróen la biblioteca libros con fotografías de los exploradores de principios del siglo XX: hombres barbudos apostados en la isla Kotelni, que parecían enanos en comparación con los colmillos de mamut y cuyos barcos rebosaban de marfil. «Siempre me preguntaba si aún quedarían colmillos por descubrir», dice Gorójov.
Nadie, ni siquiera él, se imaginaba que los colmillos de mamut se convertirían enun recurso económico para una región prácticamente abandonada tras el cierre de las minas y fábricas de la era soviética. (Durante los últimos 50 años la población del distrito de Ust-Yanski, una franja de tundra que triplica la extensión de Suiza, ha descendido de 80.000 personas a 8.000.) Hoy centenares, si no miles, de hombres de Yakutia se han convertido en cazadores de colmillos, que siguenlas mismas rutas que sus antepasados, soportan las mismas condiciones durísimas y persiguen a las mismas bestias paleolíticas.
Por primitiva que parezca, la «fiebre del marfil» no nace de una llamada ancestral sino de las poderosas fuerzas modernas: el derrumbe de la Unión Soviética y la consiguiente furia de un capitalismo reciente, la prohibición internacional del comercio de marfil de elefantee incluso la llegada del calentamiento global. El aumento de las temperaturas contribuyó a la extinción de los mamuts hacia el final de la última glaciación, porque redujo y anegó las praderas donde pacían. Eso obligó a las manadas a recluirse en islas aisladas. Ahora el deshielo y la erosión del permafrost, así como la fiebre de los buscadores de colmillos, están contribuyendo a que salgan a lasuperficie. Mucho tiempo después de que se extrajeran los primeros colmillos casi intactos de la tundra siberiana en el siglo XIX, el ritmo de los descubrimientos se está acelerando. En septiembre de 2012 un niño de la península rusa de Taimir se topó con un mamut adolescente bien conservado, una de cuyas extremidades asomaba de los sedimentos medio congelados.
No obstante, nada ha impulsadotanto el comercio de colmillos de mamut como el auge de China, donde existe una tradición milenaria de talla de marfil. Casi el 90% de todos los colmillos extraídos de Siberia (se estima que más de 60 toneladas al año, aunque la cifra real podría ser mayor) acaban en este país, donde las hordas de nuevos ricos se vuelven locas por el marfil. El aumento vertiginoso de la demanda preocupa a algunos...
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