Republica Conservadora
La revolución francesa trae su propio eco universal al haberse proclamado como tal: más allá de las particulares condiciones en que ha nacido, y también del País en que ha estallado, ella se ha dado a la misión no de adaptar las instituciones a las circunstancias de la historia nacional o al cambio de opinión, sino de reescribir desde el principio, a fondo -repensando de nuevo sobre la base de los principios de la voluntad razonable - el contrato social. La revolución francesa constituye por lo tanto un acontecimiento que es al mismo tiempo político y filosófico, considerada desde los dos aspectos por sus contemporáneos puesto que en 1789 fue vista como la victoria de la filosofía ilustrada en un orden de realidad que ésta se había elegido como específica:la reorganización de la polis. El carácter único de la revolución francesa en la historia moderna deriva de tal mezcla de géneros, gracias a los cuales el 1789 se emparienta con una Anunciación religiosa laicizada, con una Promesa de la razón o de los derechos que se sustituye a aquella de Dios.
La primera no es forzadamente incompatible con la segunda pero puede por el contrario, como en el casoamericano, establecerse y encontrar allí un sagrado y antiguo amparo; en el caso francés, sin embargo, se instala a lado del mensaje religioso, no en contra, pero separada de él, y al mismo tiempo completamente diferente en el fondo y comparable en la forma, limitada al dominio terrenal, pero involucrándolo gracias a la idea de una esencia humana que hay que realizar en la sociedad: ocupando porentero espacio público de la comunidad de los individuos, el universal demócrata encierra la creencia religiosa en el foro privado. Pero es así como irrumpe en Francia al final del 1700, delineando el carácter más enigmático de la revolución francesa, la discontinuidad temporal: como en el nacimiento de una religión, el 1789 señala un antes y un después.
Un carácter tan enigmático ha sido sinembargo bastante domesticado por la cultura política moderna que ha llegado a ser familiar; en particular los franceses han hecho de ello una creencia tan difundida que ya no se percibía su extrañeza. Desde hace doscientos años el 1789 designa para este pueblo la división originaria entre derecha e izquierda: quien a su interior ha preferido el Ancien Régime detestaba la revolución, y quién hapreferido la revolución francesa detestaba el Ancien Régime.
Esquizofrenia política
Pero, como aspiraban y ambicionaban los hombres del 1789, tal esquizofrenia política se ha expandido más allá de la historia construyendo después de ellos el universo político revolucionario, pensado en términos de un mesianismo secularizado (como un advenimiento que sigue una larga opresión). Una reflexión sobre larevolución francesa puede todavía hoy partir del redescubrimiento de la extravagante idea de una discontinuidad temporal que se ha convertido en sustancia necesaria de la historia.
Los franceses del 1789 elaboraron enseguida esta idea, en su aspecto negativo como en aquello positivo, a través de lo que ellos abolían y a través de lo que ella establecía como algo radicalmente nuevo. Ellosdestruyeron el Ancien Régime, y fundaron un orden nuevo de individuos libres e iguales, bajo la soberanía de la ley (nombre diferente de la "voluntad general").
La fecha de muerte del Ancien Régime es más fácil de definir que la fecha de su formación, o de la duración de su existencia; la fórmula sólo aparece cuando registra su liquidación: no hay huella de eso en los cahiers de doléances redactados alprincipio de la primavera del 1789 por las parroquias y por las bailías para dar instrucciones a sus encargados, y se constituye poco a poco en el curso del verano, sobre el hilo de las circunstancias, de los acontecimientos y de las decisiones tomadas por la asamblea que se vuelve Constituyente. En la más célebre noche de la historia parlamentaria francesa, entre el 4 y el 5 de agosto de 1789,...
Regístrate para leer el documento completo.