Reseña "ARTPOP" de Lady Gaga

Cinco años pasaron nomás desde que Lady Gaga irrumpió con The Fame, ese americanísimo álbum de eurodisco, y a caballo del hitazo “Poker Face” conseguía que el universo del pop le extendierasus brazos a un personaje que parecía indescifrable –ella confesaba, ahí mismo, “no pueden leer mi cara de póker”. Esa popularidad instantánea de Gaga peligró con Born This Way, disco pop conínfulas rockeras y repleto de referencias cristianas que se quedó corto de cortes. Este tercer álbum, en cambio, tiene un sonido mucho más ecléctico y desparejo y encuentra su pegamento cohesivonada más que en su obsesión sexual con gente de su mismo sexo y las incesantes referencias a dioses mitológicos, casi siempre en función de alguna comparación con la vida de una celebridad. Ypara un disco centrado en ser famoso y cogerse todo lo que se mueve, no parece ser lo más afortunado llamarlo ARTPOP, más allá de que Lady Gaga, ya desde su nombre artístico, siempre combinósus desmedidas pretensiones con cuestiones mucho más básicas.


ARTPOP es un disco sobrecargado que recién puede disfrutarse cuando Gaga baja un cambio. La prensa parece sacar lo mejor deella cuando se junta con R. Kelly para la protesta midtempo de “Do What U Want”, donde recién consigue un hit digno que se para en la vereda de enfrente de la ególatra “Applause”. La moda es untema recurrente en ARTPOP y, si bien pifia en la demodé “Donatella” –estribillo dedicado a la heredera de Versace que combina perfecto con el deseo de cantarle encima “tomateles”–, enseguidase reivindica con la elegancia de “Fashion”, un gran homenaje pop a David Bowie donde meten mano la exitosa dupla Giorgio Tuinfort y David Guetta y el Black Eyed Pea Will.i.am. Tal vez no seacasual que esta Lady Gaga se luzca recién cuando se acerca al efímero mundo de la moda o al maltrato mediático a toda estrella fugaz en un disco que parece tan fechado y olvidable como ARTPOP.