Reseña crítica ii

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES
MAESTRÍA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS

Profesora: Mariana Serrano
Seminario: Cultura, ciudad y crónica latinoamericana

RESEÑA CRÍTICA II

Por: Jimena Alexandra Rueda
Bogotá, 08 de febrero de 2010

Las representaciones literarias como acto de creación y forma de expresión humana desde suaparición en Latinoamérica han servido al hombre para interpretar y dejar impresa a modo de testimonio, la huella imborrable de los imaginarios colectivos; sus modos de existencia vital y sistemas de supervivencia en la esfera social.
Introducida la anterior aseveración, el énfasis de la literatura de principios del siglo XX en tal sentido, está puesto en la Crónica; un género de experimentacióntextual que le ha permitido a un buen grupo de escritores, abrigar la memoria del paso del tiempo, un tiempo que se ha sometido a los pies del pensamiento occidental.
En este texto, me propongo a modo de reflexión crítica abordar la inquietud que se nos presenta más bien como una cuestión de harta complejidad para el debate entre las diferentes posturas de los mayúsculos y minúsculos productoresde verdades o relatores de las diferentes representaciones de la vida cotidiana.
Primero, ¿cómo es que la crónica en su afán por reconstruir las imágenes fértiles de nuestras vidas ha logrado permanecer en el tiempo como una especie de género dual en el que convergen las tareas periodística y literaria, pese a que ha sido relegado en el ejercicio pormenorizado de los acontecimientos que le hanpreocupado a los historiadores del siglo XX? Y, segundo, parada en esta idea, ¿cuáles han sido los intereses reales y recursos o herramientas del cronista que adoptó el periodismo en Latinoamérica con optimismo en cuanto a su carácter de acechador de las realidades humanas?
Es cierto que el escritor de peculiar estilo de la madre literatura hispana que puso a la crónica sobre el tapete comoun medio de doble registro de las totalidades del hombre-masa, también dio paso y formó a un escritor de prosa inadvertida (con los años reconocida por los Estudios Culturales), pero considero que el acento en esta problemática debe ponerse no solo en la variable del “hacedor” sino en las trayectorias de ése “hacedor” pues tal encuentro de estilos, de tendencias y formas de narrar los hechos suponeno únicamente el interés del cronista por la forma sino por el fondo; el quehacer y las cosas que le suceden a los hombres y mujeres propios de cada época.
Esto, explica que no se ha valorado lo suficiente los fragmentos de la memoria grabada a fina tinta en las letras interpretativas del arriesgado escritor de columnas personales, ni el esfuerzo de las voces que quieren contar la historia dequienes aún no han sido escuchados. Remembranzas suspendidas en el vacío que finalmente, han terminado quizá pasando inadvertidas ante el ojo capturador del maestro de la palabra viviente: ¡el cronista!
Rastrear la génesis de la crónica como género; su uso y transformaciones, entiendo que en consecuencia, ha de ser vital para la comprensión de la diada cultura y ciudad que hemos acuñado ensesiones anteriores como categorías de análisis. La crónica se suma a la discusión como un manto de finos hilos entretejidos que abrigan el pasado, presente y futuro de Latinoamérica.
Echar la vista al pasado; sangrado, oprimido y oculto de nuestras realidades como fuente de inspiración literaria y residuo cultural, responde a un ejercicio crítico de especial valía interdisciplinaria. Por sucarácter fenomenológico y por albergar –como lo recoge Paul Ricoeur en Aristóteles: “La memoria es del pasado”–[1], una afección (pathos) producida gracias a un conjunto significante de sensaciones que nos acercan a la Verdad con una suerte de reivindicación del sentido originario de las imágenes de las ciudades decimonónicas y sus desplazamientos contingentes (o de otro modo), de las llamadas...