reseña final capitulo III
Páginas: 6 (1276 palabras)
Publicado: 7 de abril de 2013
RESEÑA
De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Adriana Puiggros
(Parte III)
Se puede decir, que la figurada pausa que hace Adriana Puiggros en esta tercera parte, respecto al devenir de la educación latinoamericana que nos presenta a lo largo de su obra De Simón Rodríguez a Paulo Freire, en su admirable recopilación, tiene su razón en las afirmaciones que sobre los pueblos americanosse ha hecho durante los últimos siglos, y que hoy por hoy se remontan a las sociedades de América Latina. Parece ser que la duda inconclusa del no saber porque las identidades latinoamericanas se han extinguido, y si es que realmente merece este calificativo el hecho de no defender con la misma intensidad que antes los símbolos culturales y su permanencia, se hace imprescindible en el análisis dePuiggros.
La autora nos remite a la experiencia a la que se refiere reiteradamente en sus capítulos anteriores, pero no solo para considerarla sino para cuestionar su sentido. Aunque podemos hablar de diversos tipos de experiencia, entre ellas la que se mantiene en la atmosfera de lo subjetivo como afirma la autora, no es del todo distinta a la experiencia social. En este sentido, Puiggros serefiere a la experiencia como legado, aquello compartible, que produce sucesión del conocimiento, pues es esta la forma de hacer de la experiencia algo transmisible.
Hasta este punto podemos considerar un certero y no extraño planteamiento sobre el valor de la transmisión del conocimiento, con el atractivo hipotético de Puiggros de adjudicarlo a la experiencia. Sin embargo, ¿Qué hay de ello conrelación al análisis consistente que mantiene la autora en su texto? Como educadora, Puiggros justifica en la raíz de la historia el panorama desposeído de la identidad latinoamericana, no hay duda de su parecer. En este sentido, sus argumentos se mueven en torno a formas de pensamiento contemporáneo o como dirían algunos aun en medio de la polémica del término, las tendencias de pensamientopostmoderno. El pragmatismo, como escuela filosófica de finales de siglo XIX, en palabras de Puiggros se refiere a la experiencia como puro presente, sin pasado ni futuro. Jhon Dewey en oposición a esto, aun siendo uno de los iniciadores de esta corriente, asimila de modo distinto la experiencia, imprimiendo cierta complejidad al afirmar que en esta (la experiencia) intervienen la historia, labiografía, la evolución y el crecimiento.
Sin embargo, la fuerza de la tesis de Puiggros se favorece en la base del pensamiento de Giorgio Agamben, filosofo postmoderno italiano, quien deduce sus planteamientos a raíz de una detallada lectura del filósofo alemán Walter Benjamin. Ambos concuerdan en la afirmación de la pobreza de la experiencia en la época moderna, marcando una profunda diferenciaentre acontecimientos y experiencias. En este sentido, el hombre moderno es aquel rebosado de acontecimientos pero vaciado de experiencias. Ante la ausencia del relato, de la historia transmitida, toda autoridad actual se fundamenta en lo inexperimentable. Puede traducirse esto a un tipo de desconexión generacional que funda su experiencia en lo subjetivo, pero al compas del mismo movimientoautodestructivo de la sociedad.
La ruptura de la tradición que aunque para Agamben no significa la pérdida del pasado, sino un estar fuera de uso, se presenta como un objeto de acumulación. La historia se paraliza, y en este escenario, en palabras de Puiggros no cabe el educador, y no se hace posible el ejercicio de educar. Parafraseando a la autora:
“…cuando una cultura pierde los propios mediosde transmisión, el hombre se encuentra privado de medios de referencia y presionado ante un pasado que se acumula intensamente a sus espaldas, que lo oprime con la multiplicidad de sus contenidos indescifrables y un futuro que no posee todavía y que no le proporciona ninguna luz en su lucha con el pasado”
En el prototipo de dos figuras angelicales, Benjamín ilustra su idea de que el hombre...
De Simón Rodríguez a Paulo Freire. Adriana Puiggros
(Parte III)
Se puede decir, que la figurada pausa que hace Adriana Puiggros en esta tercera parte, respecto al devenir de la educación latinoamericana que nos presenta a lo largo de su obra De Simón Rodríguez a Paulo Freire, en su admirable recopilación, tiene su razón en las afirmaciones que sobre los pueblos americanosse ha hecho durante los últimos siglos, y que hoy por hoy se remontan a las sociedades de América Latina. Parece ser que la duda inconclusa del no saber porque las identidades latinoamericanas se han extinguido, y si es que realmente merece este calificativo el hecho de no defender con la misma intensidad que antes los símbolos culturales y su permanencia, se hace imprescindible en el análisis dePuiggros.
La autora nos remite a la experiencia a la que se refiere reiteradamente en sus capítulos anteriores, pero no solo para considerarla sino para cuestionar su sentido. Aunque podemos hablar de diversos tipos de experiencia, entre ellas la que se mantiene en la atmosfera de lo subjetivo como afirma la autora, no es del todo distinta a la experiencia social. En este sentido, Puiggros serefiere a la experiencia como legado, aquello compartible, que produce sucesión del conocimiento, pues es esta la forma de hacer de la experiencia algo transmisible.
Hasta este punto podemos considerar un certero y no extraño planteamiento sobre el valor de la transmisión del conocimiento, con el atractivo hipotético de Puiggros de adjudicarlo a la experiencia. Sin embargo, ¿Qué hay de ello conrelación al análisis consistente que mantiene la autora en su texto? Como educadora, Puiggros justifica en la raíz de la historia el panorama desposeído de la identidad latinoamericana, no hay duda de su parecer. En este sentido, sus argumentos se mueven en torno a formas de pensamiento contemporáneo o como dirían algunos aun en medio de la polémica del término, las tendencias de pensamientopostmoderno. El pragmatismo, como escuela filosófica de finales de siglo XIX, en palabras de Puiggros se refiere a la experiencia como puro presente, sin pasado ni futuro. Jhon Dewey en oposición a esto, aun siendo uno de los iniciadores de esta corriente, asimila de modo distinto la experiencia, imprimiendo cierta complejidad al afirmar que en esta (la experiencia) intervienen la historia, labiografía, la evolución y el crecimiento.
Sin embargo, la fuerza de la tesis de Puiggros se favorece en la base del pensamiento de Giorgio Agamben, filosofo postmoderno italiano, quien deduce sus planteamientos a raíz de una detallada lectura del filósofo alemán Walter Benjamin. Ambos concuerdan en la afirmación de la pobreza de la experiencia en la época moderna, marcando una profunda diferenciaentre acontecimientos y experiencias. En este sentido, el hombre moderno es aquel rebosado de acontecimientos pero vaciado de experiencias. Ante la ausencia del relato, de la historia transmitida, toda autoridad actual se fundamenta en lo inexperimentable. Puede traducirse esto a un tipo de desconexión generacional que funda su experiencia en lo subjetivo, pero al compas del mismo movimientoautodestructivo de la sociedad.
La ruptura de la tradición que aunque para Agamben no significa la pérdida del pasado, sino un estar fuera de uso, se presenta como un objeto de acumulación. La historia se paraliza, y en este escenario, en palabras de Puiggros no cabe el educador, y no se hace posible el ejercicio de educar. Parafraseando a la autora:
“…cuando una cultura pierde los propios mediosde transmisión, el hombre se encuentra privado de medios de referencia y presionado ante un pasado que se acumula intensamente a sus espaldas, que lo oprime con la multiplicidad de sus contenidos indescifrables y un futuro que no posee todavía y que no le proporciona ninguna luz en su lucha con el pasado”
En el prototipo de dos figuras angelicales, Benjamín ilustra su idea de que el hombre...
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