El 8 de diciembre de 1874 una bandera extraña ondeaba en las cercanías de la bahía de Yokohama. Los colores verde, blanco y rojo, inusitadamente encumbrados, se abrían paso entre la transparencia del cielo japonés. La altitud, las distancias y el paisaje eran dominados por un ánimo aventurero de considerable vivacidad. La bandera mexicana y su águila republicana seguían los perfiles del viento,las nubes y las colinas de la isla Honshu. Cerca de ese sitio, un grupo de científicos mexicanos esperaba con ansiedad un acontecimiento astronómico, que si bien fue reconocido desde el siglo XVII, poseía la particularidad de aparecer una o dos veces cada siglo. El tránsito del planeta Venus por el disco solar fue anunciado, con dos centurias de anticipación, para la noche del 8 de diciembre de1874 y sería especialmente visible en las costas de Asia. En México, un pequeño grupo de entusiastas dirigido por el matemático y astrónomo Francisco Díaz Covarrubias había convertido en una obsesión la idea de marchar al Japón para presenciar el paso de Venus. De hombres intranquilos están hechos los grandes viajes y de una valiente destreza, la grandes aventuras. Mucha convicción, un poco deimpaciencia y –sobre todo– notables conocimientos, fue lo que observó el presidente Sebastián Lerdo de Tejada en el temperamento de Francisco Díaz Covarrubias cuando conversaron acerca de la posibilidad de que una comisión científica mexicana participara en la investigación del acontecimiento astronómico de la época. No deja de ser curioso, por infrecuente, que un gobierno agobiado por las dificultadeseconómicas y los conflictos políticos haya entendido la importancia de un suceso que se observaría en el cielo y no en la Tierra. Los acontecimientos siderales no son importantes en la agenda de muchos gobernantes, quienes generalmente viven desconociendo la teoría heliocéntrica pues piensan que la Tierra y ellos son el centro del universo. Pero don Sebastián Ledo de Tejada era un políticosingular. Solicitó que una comisión nacional participara junto a las delegaciones de los principales países europeos en las indagaciones cósmicas. La opinión pública de la época, apasionada y beligerante, decidió que un viaje de esa naturaleza era una extravagancia que la situación del país no podía tolerar. El presidente Lerdo de Tejada enfrentó con firmeza las críticas y sin dudarlo nombró a FranciscoDíaz Covarrubias para que definiera un plan de trabajo y organizara la comisión que estudiaría el paso de Venus desde un rincón del antiguo Imperio del Sol Naciente.
La Comisión Astronómica salió de la ciudad de México con destino al Japón a las doce de la noche del 18 de septiembre de 1874. Partieron con rumbo a Veracruz en el recién inaugurado Ferrocarril Mexicano. Un viento inquieto, detemperamento costeño, soplaba frente a San Juan de Ulúa de donde zarpó la embarcación rumbo a La Habana. De allí viajaron a Filadelfia y en ferrocarril llegaron a Nueva York. Con el tiempo pisándoles los talones, recorrieron los Estados Unidos de Este a Oeste por vía férrea en el Transcontinental que los condujo al puerto de San Francisco. En su itinerario se encontraron con paisajes antagónicos,manadas de bisontes, noches iluminadas por la Luna y la vastedad emocional que provoca el pensar en uno mismo. El 19 de octubre se embarcaron en el vapor Vasco da Gama y después de una accidentada travesía llegaron a la hermosa bahía de Yokohama, el 9 de noviembre de 1874.
El recorrido que los astrónomos mexicanos siguieron por oficinas y delegaciones en la ciudad de México fue casi tan problemáticocomo el mismo itinerario para llegar a Japón. Tuvieron que vencer no sólo las enormes distancias y los vientos del mal llamado océano Pacífico, sino también el desinterés de algunos funcionarios y la desidia de muchos empleados. Algunos críticos de esta iniciativa llegaron a decir que fue el mismo Francisco Díaz Covarrubias quien planteó a Lerdo de Tejada la idea de la expedición, pero lo cierto es...
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