Reseña sobre El Placer de Gabriele D'Annunzio
El agitado panorama cultural de las postrimerías del XIX e inicios del XX tuvo en Gabrielle D'Annunzio no sólo a uno de sus más conspicuos representantes, sino a unaglutinador de las máximas inquietudes intelectuales del momento. Su radical y camaleónica voluntad artística hizo del posromanticismo, decadentismo, futurismo y demás ismos en los que militara meroshitos de una trayectoria creativa dominada por un espíritu contradictorio y por una exhuberancia vital que condicionaron gran parte de su producción literaria.
D'Annunzio lo quiso todo o nada: esees el quid de su credo. Credo que también dice que hay que conservar a toda costa la libertad, por eso la regla del intelectual —como la de uno de los personajes de El placer ha de ser “habere, nonhaberi” (tener, pero no ser tenido). Y así, este camaleón nietzscheano y amoral, decadente y vitalista, fascista y ultraizquierdista a un tiempo, libertino y místico, pródigo y admirador de S. Franciscode Asís, prolífico e irreverente mezclador de lo sagrado y lo profano, lo confundió todo y todo lo poseyó sabedor de que semejantes incoherencias sólo se justificaban a la luz de un afán de totalidady de diversidad que es el signo dominante de su literatura, por otra parte, paradójicamente personal.
El placer (1899) se hace eco de todas esas contradicciones. La obra, con la que fue tachado deinmoral cínico y repugnante y que despertó entusiasmos y críticas acerbas, se convirtió en un estudio sobre el desengañado espíritu del decadentismo.
Pese a sus apariencias de elitismo y subjetivismoestéril, no pretende ni divulgar los mitos de la aristocracia ni propalar evasiones o sueños, sino hacerse escéptico eco de unos años dominados por una conciencia de crisis universal y de profundocansancio y desengaño de unas formas de vida que habían llevado al hombre al vacío existencial y a la búsqueda sin sentido del placer, confiándose al desorden fortuito de las causas.
Decadentismo, sí....
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