Reseña sobre Juan Antonio Lezama Morfín

JUAN ANTONIO LEZAMA MORFÍN. RESEÑA DE UNA AMISTAD
Por Didier Garaven

Me gusta la gente que vibra [...]
Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.
Mario Benedetti

El hallazgo
Deambulaba por las galerías de la Zona Luz con Camilo, Luciano y Samuel. Aficionados a la lectura y aún peor, a escribir, abrigábamos el sueño de llegar a ser escritores, como los grandes. Hoy porsupuesto, ya somos grandes, pero en edad. La impresión que causábamos en los cultureros de Villahermosa y Cárdenas es parecida a la de animalitos exóticos, pues según biografías los literatos nacían en todos lugares menos en un rincón llamado Huimanguillo. Como si al mencionarlo recordaran su existencia en la cartografía de Tabasco. No nos creíamos herederos de ninguna tradición. Éramos huérfanos. Enrealidad, ignorábamos que Huimanguillo sí ha tenido un transcurrir histórico bastante valioso que bien convendría rescatar para orgullo de todos los que aquí nos congregamos.

Entramos al Jaguar Despertado a mirar una novedosa exposición paisajista, con pinturas valuadas en un precio exorbitante, tanto que temimos nos costara un ojo de la cara el mirarlas, cuando por ver no se paga. Pasamos acuriosear en la librería esas ediciones viejas del ICT que no habían encontrado compradores y hallé un ejemplar de El peor día de mi corta, pero interesante vida, cuyo largo título me dio risa y aún más saber que el autor había nacido en Huimanguillo. Nos fuimos comentando acerca de quién sería este Juan Lezama que no conocíamos. Más tarde, Camilo recordó haber visto del mismo autor La triste risadel río y otros cuentos en la colección del Fondo Tabasco en nuestra biblioteca municipal, de la que nos habíamos convertido asiduos y casi únicos visitantes, nos ganamos el aprecio de las bibliotecarias quienes complacidas permitían que nos sirviéramos a nuestro antojo de los libros y no interrumpirles sus pláticas y clases de bordado. Fue por esto más bien que les caímos en gracia.
Recuerdocon nostalgia aquella época de la biblioteca, hoy podemos atestiguar cómo los anteriores coordinadores para quienes no hallo justificaciones dejaron caer a este recinto que a nadie parece importarle: los libros se pierden con el moho, los empleados no han sido tomados en cuenta y los relegan a actividades menores, el edificio se cae a goteras perdido tras una barricada de vendedores ambulantes,desde luego no hay lectores, pero por si fuera poco el único lector que decide solicitar su credencial para préstamos a domicilio tiene que esperar un mes para que se la hagan. ¡Que me parta un rayo, si ésta no es la biblioteca más dejada de la mano de dios! Hay que admitirlo con toda franqueza, quien no ama los libros nada tiene que hacer en una biblioteca, porque entonces se vuelve terrorista enletras.

Nacimiento de una amistad
Cuando tuvimos ocasión de conocer a Juan Lezama, su amistad quedó estrechada fuertemente porque nos cayó rebien, nos encantó su trato afable. No sabría precisar cuándo comenzamos a chancearlo, porque no es un viejillo amargado, sino un viejillo buena onda, coqueto con la vida, pero muy precavido como se lee en la siguiente referencia al calce de su cuento“Unos ojos color violeta” en la revista Morfo Vitae: “Gusta de tomar leche con gotitas de café y practica Tai Chi cuando duerme bien.”

A él le agradó saber que en Huiman se estuviera haciendo algo, “alguito” como decía Camilo, y se sumó a la revista Morfo Vitae y a los círculos de lectura. Nos dio a conocer a Yukio Mishima, su autor favorito. Y la perla y otros cuentos, fue un libro que pasó portodos nosotros. Entendió nuestra avidez por aprender el oficio de narradores y nos trajo un día a la Mtra. Delia Samberino que, en una didáctica inteligente, dio una diáfana lectura a “El último faquir” de Luis Sepúlveda y a partir de ahí desglosó su plática sobre cómo tejer historias. Grabé aquella charla pero reciclé el casete cuando me dio, como a Francisco I. Madero, por las sesiones...