Respuesta a Sor Filotea de la Cruz
Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz
MUY ILUSTRE Señora, mi Señora: No mi voluntad, mi poca salud y mi justo
temor han suspendido tantos días mi respuesta. ¿Qué mucho si, al primer
paso, encontraba para tropezar mi torpe pluma dos imposibles? El primero
(y para mí el más riguroso) es saber responder a vuestra doctísima,
discretísima,santísima y amorosísima carta. Y si veo que preguntado el
Ángel de las Escuelas, Santo Tomás, de su silencio con Alberto Magno, su
maestro, respondió que callaba porque nada sabía decir digno de Alberto,
con cuánta mayor razón callaría, no como el Santo, de humildad, sino que
en la realidad es no saber algo digno de vos. El segundo imposible es
saber agradeceros tan excesivo como no esperadofavor, de dar a las
prensas mis borrones: merced tan sin medida que aun se le pasara por alto
a la esperanza más ambiciosa y al deseo más fantástico; y que ni aun como
ente de razón pudiera caber en mis pensamientos; y en fin, de tal magnitud
que no sólo no se puede estrechar a lo limitado de las voces, pero excede
a la capacidad del agradecimiento, tanto por grande como por no esperado,
quees lo que dijo Quintiliano: Minorem spei, maiorem benefacti gloriam
pereunt. Y tal que enmudecen al beneficiado.
Cuando la felizmente estéril para ser milagrosamente fecunda, madre del
Bautista vio en su casa tan desproporcionada visita como la Madre del
Verbo, se le entorpeció el entendimiento y se le suspendió el discurso; y
así, en vez de agradecimientos, prorrumpió en dudas ypreguntas: Et unde
hoc mihi? ¿De dónde a mí viene tal cosa? Lo mismo sucedió a Saúl cuando se
vio electo y ungido rey de Israel: Numquid non filius Iemini ego sum de
minima tribu Israel, et cognatio mea novissima inter omnes de tribu
Beniamin? Quare igitur locutus es mihi sermonem istum? Así yo diré: ¿de
dónde, venerable Señora, de dónde a mí tanto favor? ¿Por ventura soy más
que una pobre monja, lamás mínima criatura del mundo y la más indigna de
ocupar vuestra atención? ¿Pues quare locutus es mihi sermonem istum? ¿Et
unde hoc mihi?
Ni al primer imposible tengo más que responder que no ser nada digno de
vuestros ojos; ni al segundo más que admiraciones, en vez de gracias,
diciendo que no soy capaz de agradeceros la más mínima parte de lo que os
debo. No es afectada modestia, Señora,sino ingenua verdad de toda mi
alma, que al llegar a mis manos, impresa, la carta que vuestra propiedad
llamó Atenagórica, prorrumpí (con no ser esto en mí muy fácil) en lágrimas
de confusión, porque me pareció que vuestro favor no era más que una
reconvención que Dios hace a lo mal que le correspondo; y que como a otros
corrige con castigos, a mí me quiere reducir a fuerza de beneficios.Especial favor de que conozco ser su deudora, como de otros infinitos de
su inmensa bondad; pero también especial modo de avergonzarme y
confundirme: que es más primoroso medio de castigar hacer que yo misma,
con mi conocimiento, sea el juez que me sentencie y condene mi ingratitud.
Y así, cuando esto considero acá a mis solas, suelo decir: Bendito seáis
vos, Señor, que no sólo no quisisteis enmanos de otra criatura el
juzgarme, y que ni aun en la mía lo pusisteis, sino que lo reservasteis a
la vuestra, y me librasteis a mí de mí y de la sentencia que yo misma me
daría --que, forzada de mi propio conocimiento, no pudiera ser menos que
de condenación--, y vos la reservasteis a vuestra misericordia, porque me
amáis más de lo que yo me puedo amar.
Perdonad, Señora mía, la digresiónque me arrebató la fuerza de la verdad;
y si la he de confesar toda, también es buscar efugios para huir la
dificultad de responder, y casi me he determinado a dejarlo al silencio;
pero como éste es cosa negativa, aunque explica mucho con el énfasis de no
explicar, es necesario ponerle algún breve rótulo para que se entienda lo
que se pretende que el silencio diga; y si no, dirá nada el...
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