Resumen Amor en Tiempos del Cólera
Decía: . había una posición que él mismo definía como un humanismo fatalista: >.
Tenía una tan metódica, que su esposa sabia donde mandarle un recado si surgía algo urgente durante el recorrido de la tarde. De joven se demoraba en el Café de la parroquia antes de volver a casa, donde jugaba ajedrez. Fue esa época en que vino Jeremiah de Saint-Amour, ya con sus rodillas muertas ytodavía sin el oficio de fotógrafo de niños, y en menos de tres meses era conocido, porque nadie había logrado ganarle una partida de ajedrez. El doctor Juvenal Urbino se convirtió en su protector incondicional y todo fue por el ajedrez. Jugaban a las siete de la noche, después de la cena, con justas ventajas para el médico por la superioridad notable del adversario, hasta que estuvieron parejos. Mástarde, don Galileo Daconte abrió el primer patio de cine, Jeremiah de Saint-Amourfur uno de sus clientes más puntuales, y las noches de ajedrez fueron deducidas a las noches que sobraban de las películas de estreno. Entonces se había hecho tan amigo del médico, que éste lo acompañaba al cine, pero siempre sin la esposa, en parte porque siempre le pareció que Jeremiah de Saint-Amour no era una buenacompañía para nadie.
Su día diferente era el domingo. Asistía a la misa mayor de la catedral, y luego volvía a casa, y permanecía allí descansando y leyendo en la terraza del patio.
Como subió en el coche hizo un repaso de la carta póstuma, ordenó al cochero que lo llevara a una dirección en el antiguo barrio de los esclavos. El humor del cielo había empezado a descomponerse desde muytemprano. Había guirnaldas de papel en las calles, música y flores. Todo tenía un miserable y desamparado, el coche iba perseguido por pandillas de niños desnudos que se burlaban del cochero y éste tenía que espantarlos con la fusta.
El exterior de la casa sin número no tenía nada que la distinguiera de las menos felices. El portón se había abierto, una mujer madura, vestida de negro absoluto y conuna rosa roja en la oreja. Con los ojos dorados y crueles, y el cabello ajustado a la forma de su cráneo como una casco de algodón de hierro. La sala tenía el clima y el mormullo invisible de una floresta. La mujer se sentó frente a él y le habló un castellano difícil.
-Esta es sus casa, doctor –dijo-. No lo esperada tan pronto.
Se fijó en ella con el corazón, en la dignidad de su congoja, yentonces se dio cuenta de que aquella era una visita inútil, ella sabia más que le de la carta. Así era. Ella se ocupaba de mantener limpio el laboratorio, pero nadie confundió las apariencias con la gran verdad.
La noche anterior habían ido al cine, cada uno por su cuenta, como iban por lo menos dos veces al mes desde que abrieron el cine. Se reunieron luego en el laboratorio, ella lo encontrónostálgico,. Tratando de dispersarlo lo invito a jugar ajedrez, jugaba sin ánimos, hasta que descubrió que iba hacer derrotado en 4 jugadas más y se rindió sin honor. El médico comprendió que fue ella quien jugaba.
Él le pidió que lo dejara solo, pues escribiría la carta al doctor Juvenal, que considerada un amigo del alma.
Al otro lado de la bahía, en el barrio residencial de La Manga, lacasa del doctor Juvenal Urbino estaba en otro tiempo. Era grande y fresco. Nadie pensaba que aquel matrimonio pudiera tener algún motivo para no ser feliz.
Cuando volvió a su casa, encontró a la servidumbre tratando de coger a un loro que había volado hasta la rama más alta del palo de mango cuando lo sacaron de la jaula para cortarle las alas. Este era el único animal en la casa, aparte de unatortuga de tierra, pero el loro era quien de verdad era querido por él doctor. Había sido amaestrado por el doctor Urbino en persona. La fama de sus gracias había llegado tan lejos, que el presidente de la República, con su gabinete, vinieron a casa a comprobar su fama, pero se fueron igual de intrigados de cómo llegaron porque el loro se negó a hablar. En cambio, Fermina Daza, su esposa, era...
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