RESUMEN A todos, en algún momento, se nos harevelado nuestra existencia como algo particular, intransferible y precioso. Casi siempre esta revelación se sitúa en la adolescencia. El adolescente, vacilante entre la infancia y la juventud, quedasuspenso un instante ante la infinita riqueza del mundo. A los pueblos en trance de crecimiento les ocurre algo parecido. Su ser se manifiesta como interrogación: ¿qué somos y cómo realizaremos esoque somos? Muchas veces las respuestas que damos a estas preguntas son desmentidas por la historia. Debo confesar que muchas de las reflexiones que forman parte de este ensayo nacieron fuera de México,durante dos años de estancia en los Estados Unidos, residí algún tiempo en Los Ángeles, ciudad habitada por más de un millón de personas de origen mexicano, pero lo que me parece distinguirlos delresto de la población es su aire furtivo e inquieto, de seres que se disfrazan, de seres que temen la mirada ajena, capaz de desnudarlos y dejarlos en cueros, Este estado de espíritu —o de ausencia deespíritu— ha engendrado lo que se ha dado en llamar el "pachuco", vocablo de incierta filiación, que dice nada y dice todo. El mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscarael rostro y máscara la sonrisa. Entre la realidad y su persona establece una muralla, siempre está lejos, lejos del mundo, y de los demás. Lejos, también de sí mismo. Todas estas expresiones revelanque el mexicano considera la vida como lucha, concepción que no lo distingue del resto de los hombres modernos. La doble influencia indígena y española se conjugan en nuestra predilección por laceremonia, las fórmulas y el orden. Me parece que todas estas actitudes, por diversas que sean sus raíces, confirman el carácter "cerrado" de nuestras reacciones frente al mundo o frente a nuestros...
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