resumen ines del alma mia
2. Catalina y ya es tarde para preguntárselo —la enterré en elpatio de mi casa hace muchos años—, pero tengo plenaseguridad de la precisión y veracidad de sus profecías.Catalina entró a miservicio en la antigua ciudad del Cuzco,joya de los incas, en la época de Francisco Pizarro, aquelcorajudo bastardo que, según dicen las lenguas sueltas,cuidaba cerdos en España y terminó convertido en marquésgobernador del Perú, agobiado por su ambición y por múltiplestraiciones. Así son las ironías de este mundo nuevo de lasIndias, donde no rigen las leyes de la tradición y todo esrevoltura: santosy pecadores, blancos, negros, pardos,indios, mestizos, nobles y gañanes. Cualquiera puede hallarseen cadenas, marcado con un hierro al rojo, y que al díasiguiente la fortuna, con un revés, lo eleve. Hevivido más de cuarenta años en el Nuevo Mundo ytodavía no me acostumbro al desorden, aunque yo mismame he beneficiado de él; si me hubiese quedado en mipueblo natal, hoy sería una anciana pobre yciega detanto hacer encaje a la luz de un candil. Allá seríala Inés, costurera de la calle del Acueducto. Aquísoy doña Inés Suárez, señora muy principal, viuda delexcelentísimo gobernador don Rodrigo de Quiroga,conquistadora y fundadora del Reino de Chile. Por lo menos setenta años tengo, como dije, y bien vividos,pero mi alma y mi corazón, atrapados todavía en losresquicios de la juventud, sepreguntan qué diablos lesucedió al cuerpo. Al mirarme en el espejo de plata, primerregalo de Rodrigo cuando nos desposamos, no reconozco a esaabuela coronada de pelos blancos que me mira de vuelta.¿Quién es esa que se burla de la verdadera Inés? La examinode cerca con la esperanza de encontrar en el fondo del espejoa la niña con trenzas y rodillas encostradas que una vez fui,a la joven que escapaba alos vergeles para hacer el amor aescondidas, a la mujer madura y apasionada que dormíaabrazada a Rodrigo de Quiroga. Están allí, agazapadas, estoysegura, pero no logro vislumbrarlas. Ya no monto mi yegua, yano llevo cota de malla ni espada, pero no es por falta de
3. ánimo, que eso siempre me ha sobrado, sino por traición delcuerpo. Me faltan fuerzas, me duelen las coyunturas, tengolos huesos...
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