Resumen Libro Hijo De Ladron
Fue el caso de Gabriela Mistral.
Será el de Manuel Rojas.
Este Hijo de ladrón, reciénpuesto en libertad va a darle trabajo a cierto tribunal que en una ocasión le prefirió un libro "de cuyo nombre no quiero acordarme"; porque difícilmente habrán caído en peor delito los numerosos e ilustres ladrones, asesinos, pillos, lanzas y estafadores, rateros, monreros y escaperos, de que la preterida novela está poblada.
Gran novela.
Sin embargo, reconocemos que los delincuentes, esdecir, los miembros del jurado, pueden alegar una especie de excusa o circunstancia atenuante.
Hijo de ladrón, ¿debe considerarse exactamente una novela?
Nos parece dudoso.
Nadie ha logrado, en verdad, definir bien, hallar una fórmula precisa para ceñir los contornos del género novelesco y limitarlo; mas, por flotantes y elásticos que sean, algo pensamos al decir "novela" y ese "algo", esemolde, ese traje, no le viene enteramente al Hijo de ladrón, robusta y rebelde creatura.
Cuando abrimos una novela aguardamos, desde luego, una historia verosímil que provoca la curiosidad y despliega progresivamente a nuestros ojos hasta un desenlace más o menos imprevisto. Aquí no hay eso. Desfiguraríamos la obra si la presentáramos así. El resorte de la curiosidad "por lo que va a ocurrir" sehalla ausente y más cabría hablar de una serie de episodios, como los intercalados en el Quijote, pero con un nexo menos firme. El interés mana de otra fuente.
Tampoco hay un héroe céntrico de relieve apasionante capaz de seducir por su sola personalidad y unificar en torno suyo la acción. El muchacho a quien correspondería ese papel cumple lo que su título promete: nada más, es el hijo de supapá; un hijo como otros, algo decaído, puesto que no roba sino que trabaja honestamente y sin éxito. Es, también, un espejo que pasa, aunque no precisamente por un camino, sino de preferencia por cárceles y comisarías, por suburbios y campamentos, por playas de pescadores pobres, por conventillos y "dormideras" populares, en general, por donde hay miseria, dolor, mugre, asco. Pasa, refleja. Ysigue imperturbablemente.
Si agregamos que no hay amor, que ningún hombre se desespera por ninguna mujer, o viceversa, que nunca se oye el menor canturreo de tipo sentimental y que las páginas están limpias de énfasis patético, se dirá que en esta novela no existe nada. Pues no sólo falta eso: tampoco figura entre sus alicientes provocadores la cuestión sexual, el erotismo que otros explotan comosupremo recurso. Parece increíble; pero en esta época freudiana y proustiana, en la edad existencialista de Sartre, una historia transcurre en las cárceles sin aberraciones ni puñaladas por motivos pasionales, sin escenas lúbricas, sin complejos indecentes. No por falta de crudeza: Manuel Rojas va de frente y nunca desvía los ojos ante ningún detalle por tremendo que sea. Es por una indiferencianatural, una especie de vigorosa constitución de temperamento ajeno a ciertas complacencias. Véase con qué sencillo y sorprendente ademán aparta esas obsesiones en las páginas 217 y 305. Es una declaración de independencia lapidaria.
Entonces, ¿cómo interesa?
Más de alguno se hará la pregunta. La oímos una vez en un salón. Describía un viajero los países de la Europa nórdica, asépticos,mecanizados, impecables, aburridísimos a fuerza de orden y pulcritud y, al mismo tiempo, de una desnudez y amoralidad que a los latinos les resulta fantástica. Una señora dijo. —¿Y por qué entonces son aburridos?—. Hallaba los términos contradictorios, tanto se asocian diversión e indecencia.
Pues, Manuel Rojas ha logrado aquélla en grado máximo sin acudir a la otra, por lo menos en su aspecto...
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