Resumen Tulio Halperin Donghi

Cap. IV Despus del Peronismo La tercera de las revoluciones militares argentinas, hecha contra el heredero de la segunda y con el apoyo de del partido que haba sido vctima de la primera, la de 1955 deba, por todo ello y tambin por la particular coyuntura de la que haba surgido, orientarse hacia una estrategia poltica distinta de las que haban fructificado en 1932 y 1946. Vencedora de un gobiernocuyas tendencias dictatoriales eran menos imaginarias que las del doctor Yrigoyen, respaldada a su vez por quienes haban mantenido durante un cuarto de siglo de adversidad fe inquebrantable en la democracia constitucional y por los inquietos idelogos de la derecha catlica que hacan el papel de hijos prdigos de la tradicin constitucional, la revolucin de 1955 no vacilaba en definirse libertadora yen proclamar su identificacin total con la exigencia democrtica al mismo tiempo deba enfrentar a un movimiento que, aunque identificado con un estilo poltico cada vez ms autoritario, gozaba de un arraigo popular difcil de ignorar. La antigua oposicin, que se autodefina democrtica y defenda la poltica ms intransigentemente antiperonista (en oposicin al presidente Eduardo Lonardi, que habaproclamado que no haba ni vencedores ni vencidos), poda ampliar con rapidez sus contactos con el ejercito, donde la oficialidad antiperonista, de vuelta de persecuciones o por lo menos de largos aos de postergaciones, estaba rpidamente tomando el control. Pero su actitud no era totalmente oportunista al revs de lo que ocurra con la derecha catlica y nacionalista conjunto de reducidos grupos de elitesiempre en busca de un movimiento de base amplio al cual orientar-, la antigua oposicin antiperonista haba contado, en un pasado ya remoto, con sus propias bases populares, de las que haba sido total o parcialmente despojada por el peronismo. Esta ambicin era particularmente viva entre aquellos dirigentes de los partidos opositores que haban derivado ms directamente su fuerza del ascendiente ganadosobre los sectores sociales que luego haban de apoyar al peronismo es comprensible que los sindicalistas de obediencia opositora vieran con impaciencia las tentativas de entendimiento entre el gobierno revolucionario y la antigua tercera rama del partido peronista, que pareca dispuesta a comenzar una nueva etapa bajo una direccin sustancialmente cambiada, ahora bajo el signo de la RevolucinLibertadora. Aun antes de que estas tensiones desembocaran en un abierto conflicto entre sectores revolucionarios, la accin de los sindicalistas antiperonistas enfrento abiertamente la poltica sindical del gobierno de Lonardi, que haba instalado en el Ministerio de Trabajo al doctor Cerruti Costa, un abogado de sindicatos cuyo reciente pasado peronista pareca ser el ms evidente de sus meritos. Pese aestos obstculos, la cautela de la poltica sindical permiti soslayar conflictos cuya peligrosidad pareca evidente la eliminacin formal de los signos de adhesin obrera al rgimen cado se dio rpida y silenciosamente menos de un mes despus de la victoria revolucionaria, en ocasin de conmemorarse el 17 de octubre, la CGT exhortaba a la clase obrera a eludir una ocasin de conflicto acudiendo masivamente allugar de trabajo y abstenindose de toda celebracin. Pero el precio de esa transicin pacifica era la incorporacin en el nuevo aparato de gobierno de sectores importantes del antiguo, mientras una atronada propaganda identificaba a este con todos los crmenes pblicos y delitos privados imaginables. Sin embargo, la poltica de Lonardi segua siendo conciliadora. En todo caso el conflicto comenz a darsede modo cada vez ms abierto la creacin de la Junta Consultiva (creada el 28 de octubre de 1955, fue un factor determinante para que predominara en el gobierno militar el sector liberal, de derecha y antiperonista que representaban Rojas y Aramburu y en detrimento del nacionalista catlico que tena en Lonardi a su exponente. Su funcin era la de asesorar al gobierno militar. Ceso en sus funciones...