Resumen
El factor que impulsó la unión contra Alemania fue que era una potencia fascista. Lo que
estaba en juego no era sólo el equilibrio de poder entra las nacionesestado que constituían
el sistema internacional, y que la política de occidente había de interpretarse no tanto como
un enfrentamiento entre estados, sino como una guerra civil ideológica internacional. La
frontera no separaba al capitalismo y al comunismo, sino al “progreso” y a la “reacción”.
Fue una guerra internacional porque suscitó el mismo tipo de respuestas en la mayor parte
de los países occidentales, y fue una guerra civil porque en todas las sociedades se registró el enfrentamiento entre las fuerzas pro y antifascistas.
En 1935 Alemania denunció los tratados de paz y volvió a mostrarse como una potencia
militar y naval de primer orden y abandonó desdeñosamente la Sociedad de Naciones.
Mussolini, mostrando el mismo desprecio hacia la opinión internacional, invadió ese mismo
año Etiopía, que conquistó y ocupó como colonia en 19361937, y a continuación abandonó
también la Sociedad de Naciones. En 1936, en España un golpe militar, apoyado por
Alemania e Italia, inició la guerra civil española. Las dos potencias fascistas constituyeron
una alianza oficial, el Eje RomaBerlín, y Alemania y Japón concluyeron un “pacto
antiComintern”. En 1938 Alemania consideró llegado el momento de la conquista. En el mes
de marzo invadió y se anexionó Austria sin resistencia militar y, tras varias amenazas, el
acuerdo de Munich de octubre dividió Checoslovaquia y Hitler incorporó a Alemania extensas
zonas de ese país, también en esta ocasión sin que mediara un enfrentamiento bélico. En
1939 Alemania ocupó Polonia y Europa quedó paralizada por la crisis polaca. De esa crisis
nació la guerra europea de 19391941, que luego alcanzó mayores proporciones, hasta
convertirse en la segunda guerra mundial.
Pero hubo otro factor que transformó la política nacional en un conflicto internacional: la
debilidad cada vez mas espectacular de las democracias liberales y su incapacidad o su falta
de voluntad para actuar, unilateralmente o de forma concertada, para resistir el avance de
sus enemigos.
El llamamiento en pro de la autoridad antifascista debería haber suscitado una respuesta casi
inmediata, dado que el fascismo consideraba a todos los liberales, los socialistas y
comunistas, a cualquier tipo de régimen democrático y al régimen soviético, como enemigos
a los que había que destruir. Todos ellos, pues, debían mantenerse unidos, si no quería ser
destruidos por separado. Los comunistas, después de la subida de Hitler al poder, se
convirtieron los defensores más sistemáticos y más eficaces de la unidad antifascista.
El antifascismo organizó a los enemigos tradicionales de la derecha pero no aumentó su
número; movilizó a las minorías más fácilmente que a las mayorías. Los campos de
concentración servían sobre todo como factor de disuasión frente a la posible oposición
comunista y como cárceles de los cuadros de las fuerzas subversivas, y desde ese punto de
vista eran vistos con buenos ojos por muchos conservadores convencionales.
La segunda guerra mundial pondría en evidencia que, para ser eficaz, cualquier alianza
antifascista debía incluir a la URSS, a pesar de la resistencia de los gobiernos occidentales a
entablar negociaciones efectivas con el estado rojo, incluso en 19381939, cuando ya nadie
negaba la urgencia de una alianza contra Hitler.
La democracia liberal retrasó o impidió las decisiones políticas, ...
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