Resumen
Resumen
Samuel j. Vacunitas estaban a punto de ser llevado a prisión por el delito de haber abierto la puerta a una mujer que deseaba descender de su actor en el boulevard des batírnosles. Poraquellos días muy pocos sabían cosas del mundo, únicamente parís existía. El honorable juez se levantó del sillón y con voz grabe dictamino su sentencia con una sola ´palabra: culpable se limitóacabar la mirada en el piso. Dos durarlas pretorianos subieron hasta el atrio de aquel edificio enorme, mejor conocido como TEMPLO MAYOR, lugar donde se hayan reunidos todo los poderes del estado. Eljuez pidió silencio, recordándoles a todo los presentes que estaban en el reciento público más importante de parís. Entonces los guardias lo sujetaron de ambos brazos y descendieron la pequeñaescalinata abriéndose paso entre una multitud de curioseases estudiantes. No se sorprendía que la mayoría de ellos tomaran notas con rapidez. El catedrático explicaba en voy baja, siempre en voy baja, detal modo que sus estudiantes no pudieran ser reprendidos por el señor juez.
Él sabía que estaban en el quinto piso mientras era conducido a través del corredor 130 observaba el agua de lluviaescurriendo detrás de los ventanales. ¿Cuánta niebla había descendido? Todo estaba impregnado por la niebla, maldita niebla. Sin embargo, desde ahí podía ver la columna esplendente de la torre Eiffel. En estemomento, más que otras veces, me parecía que aquel gigante no era sino un montón de fierros construidos por algún de esos artitectos desocupados que tanto abundaban en siglos anteriores. Farouniversal, vigía que honra nuestra estupidez. ¿Cuántos días de cárcel serian esta vez? La pregunta no surtió efecto. Los guardias permanecían inmutables. Se limitaban, igual que otras veces, a cumplir consu trabajo.
Probablemente ya les habían retirado cualquier capacidad fonética. En esos momentos le pareció que la rigidez de los guardias contrastaba con esos cuerpecillos gorretes, rosados y...
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