Revalorizar la escuela
IV
Revalorizando el lugar de la escuela
Conclusiones
Señalamos, en el capítulo anterior, que este ideario tecnófilo se asocia con la crítica antiautoritaria a lainstitución escolar. Decíamos más arriba que las nuevas tecnologías han obligado a repensar cuánto de la vieja estructura del aula debemos preservar y cuánto demanda hoy una transformación importantede sus formas de pensar el conocimiento, de sus relaciones de autoridad y de su propia estructuración como institución social. En esta pregunta sobre qué se preserva y qué se transforma, la cuestiónsobre la caducidad de la forma escolar cobra nuevos bríos y obliga a nuevas respuestas. En rigor, debemos admitir que estamos ante una puesta en debate del dispositivo “aula” y de las bases mismasen que se asienta su organización y arquitectura básica, incluso en términos literales. No olvidemos que la escuela que hoy conocemos fue diseñada hace un par de siglos (como una “invencióncontingente” que combinó los modelos y tecnologías disponibles para la educación de las masas, cf. Hunter, 1998), y supone en su propia estructura edilicia un sistema de poder y de jerarquías que hace ratoestán en cuestión en la sociedad. La centralidad del docente en la clase, la atención constante a un punto único del aula, la anulación del trabajo horizontal así como el disciplinamiento de los cuerpos,entran en contradicción con los requerimientos de infraestructura que demandan las nuevas tecnologías. Esto se evidencia, por ejemplo, en la dificultad que se encuentra hoy en la arquitecturaescolar más extendida –salvo algunos casos más recientes– para facilitar los vínculos que se esperan entre los alumnos (colaboración horizonal, trabajo en equipo, etc.) en el uso de los nuevos mediosdigitales. Admitir que la escuela es una institución histórica y contingente implica reconocer la posibilidad de que las formas escolares actuales cambien y se conviertan en algo distinto de lo que hoy...
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