Revista Uruguaya
COMPRA
' /i.—«Menudencias», (prosa y Terso).—Espectáculos.—Avisos,
(verso).
GRABADOS—Dr. Juan Carlos Blanco.—Nuestros trenes.
—¡La Inconversion! y otros varios intercalados en
el texto y avisos por Schütz.
E
Con el sombrero en la mano
y la cabeza inclinada
que es la fórmula adoptada
en todo el orbe cristiano,
hago mi salutación
á, la prensa, en general,(sea tal ó sea cual
su matiz y su opinión),
y á todos los moradore';
del Uruguay, que esto lean,
(incluyendo á los que sean
y no sean suscritoies).
En vuestras manos entrego
mi suerte, con toda fé,
pues no se me oculta que
en los instantes que llego,
á no mediar vuestro apoyo,
esta audaz empresa mi a
en poco tiempo sería
un cadáver más al lioyo.
¿Me ayudarán? Así creo;
y en pago de esefavor,
les de.seo... lo mejor
que yó para mí deseo,
e s, d ecir, dinero y salud, ó por lo menos
d inero, si no fuesen posibles las dos
c osas.
P orque ¡no hay que darle vueltas! el
d inero es la vida y lo demás una zoncera.
•«
Aquí debía empezar á hacer la crónica
de todo lo que ha pasado en la semana,
si hubiera pasado algo.
P ero no pasó. Solo yó he pasado las de
Cain para laconfección del s-emanario
q ue os ofrezco.
A e stas horas no tengo la razón perdida, por mi feliz ocurrencia de imprimirle en los talleres de La Razón.
P oi'que hay que ver lo que son estas
c osas para hechas por un hombre solo y
escaso de estatura.
D ui'ante ocho dias, no hice otra cosa
q ue cruzar calles y subir
e scaleras, veloz como una
chispa del alumbrado de
don Marcelino, y conrollos de papel por todas
p artes.
De la litografía á casa del dibujante,
d e esta á la de los colaboradores (¡mala
b omba les caiga sobre su indolencia!) y
v uelta á la litografía, y torna á la casa
d el dibujante, y otra vez á la de los c o laboradores, y . . .
Un papel de cinco reales no circula
t anto como yó en estos dias.
Mi preocupación por el negocio ha
sido tan constante, que hevivido olvidándolo todo.
V inieron á cobrai'me varias cuentas
y d istraído les dije á todos que volviesen
o tro dia.
A parte de mil torpezas que he cometido por tener la idea siempre fija en la
m isma cosa.
El jueves me detuvo en la calle un
a migo.
—¿Cómo te vá?
—Sigo adelante.
—¿Y tu familia?
—La están acabando la /]
p ágina de atrás.
—¡¡¡Cómo!!!
—Que mañana sacarán la piedra.
—Pero, p adece de ese mal á la vegiga?
—¿A qué vegiga? ¿Crees que los dibujos se ofrecen al público como la grasa
d e chancho?
Cuando se deshizo el quid pro quo,
e staba yá tan irritado con el amigo, que
si tengo á mano algún miembro del Directorio saliente, se lo tiro á la cabeza.
¡Ah, caro lector! No sabes el trabajo
q ue cuesta buscarse la nutrición por
medio de suscritores.
Si tedetuvieras un momento á p e n sarlo, s erias un voto para que el gobierno decretase el curso forzoso de Caras
y Caretas.
Si la afición á las rifas toma incremento y la crisis que atravesamos no se
r esuelve pronto, será muy posible ver en
los diarios, avisos como este:
«Se rifa una familia pobre, pero en
b uen uso. En los lotes, entran: cuatro
n iños menores de 10 años, una señoi'ita
d e 36que toca el armonium y borda á
c añamazo, y una tía carnal por parte de
m adre, que sabe hacer butifarra y pantalones para el ejército.
Cada cédula cuesta dos. centesimos,
en moneda nacional de oro litografiado.'»
Los robos, por asalto, en la víapública,
s iguen á la orden del dia; pero ya nadie
se acuerda de ellos.
Lo mas que hace el público, es precaverse contra algunas molestias que
proporcionan, además de los perjuicios
n aturales.
—¡Telésfora!—dicen los max'idos—esta noche quiero ir al Políteama;—prepárame anos calzoncillos que no estén remendados.
— Piensas lucirlos en el teatro?
—En el teatro nó, pero á la salida ya
s abes que me asaltarán los ladrones y
no quiero que me suceda lo que el otro
d ia, que me desnudaron por completo y
t uve que ir hasta la Comisaría...
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