rey de mi reino
un
a las fuer
¡No! zas ¿Otra vezpararitual?se¿Invocar de nuevo mundo vi
invisibles
que manifiesten en el
sible? ¿Qué tiene eso que ver con el mundo en que vivimos ahora?
Los jóvenes salen de la universidad y no consiguen empleo. Los
viejos llegan a la jubilación sin tener dinero para nada. Los adul
tos no tienen tiempo de soñar, pasan de las ocho de las mañana a
lascinco de la tarde luchando para sostener a la familia, pagar el
colegio de los hijos, enfrentando aquello que todos conocemos con
el nombre resumido de “dura realidad”.
El mundo nunca estuvo tan dividido como ahora: guerras re
ligiosas, genocidios, falta de respeto por el planeta, crisis econó
micas, depresión, pobreza. Todos queriendo resultados inmediatos
para resolver cuando menosalgunos de los problemas del mundo
o de su vida personal. Pero las cosas parecen más negras a medi
da que avanzamos hacia el futuro.
¿Y yo aquí, queriendo seguir adelante en una tradición espiri
tual cuyas raíces están en un pasado remoto, lejos de todos los re
tos del momento presente?
* * *
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Al lado deJ., a quien llamo mi Maestro, y aun comenzando a te
ner dudas al respecto, camino en dirección al roble sagrado, que
ha estado ahí desde hace más de 500 años, contemplando impa
sible las agonías humanas; su única preocupación es entregar las
hojas al invierno y recuperarlas de nuevo en la primavera.
Ya no soporto escribir sobre mi relación con J., mi guía en la
Tradición. Tengo decenasde diarios repletos de anotaciones de
nuestras conversaciones, que nunca releo. Desde que lo conocí en
Ámsterdam, en 1982, aprendí y desaprendí a vivir un centenar
de veces. Cuando J. me enseña algo nuevo, creo que tal vez sea el
paso que me falta para llegar a la cima de la montaña, la nota que
justifica la sinfonía entera, la letra que resume el libro. Paso por
un periodo de euforia, quepoco a poco va desapareciendo. Algu
nas cosas se quedan para siempre, pero la mayoría de los ejerci
cios, de las prácticas, de las enseñanzas, termina por desaparecer
en un agujero negro. O, por lo menos, eso es lo que parece.
* * *
El suelo está mojado; imagino que mis tenis tan meticulosamente lava
dos dos días antes estarán de nuevo llenos de lodo dentro de algunos
pasos,independientemente del cuidado que pueda tener. Mi búsque
da de la sabiduría, la paz espiritual y la conciencia de las realidades
visibles e invisibles se transformó ya en una rutina que no da resulta
do. Cuando tenía 22 años comencé a dedicarme al aprendizaje de la
magia; recorrí diversos caminos, anduve a la orilla del abismo durante
años importantes, resbalé y caí, desistí y volví. Imaginaba quecuan
do llegara a los 59 años estaría cerca del paraíso y de la tranquilidad
absoluta que creo ver en la sonrisa de los monjes budistas.
Por el contrario, parece que estoy más lejos que nunca. No es
toy en paz; de vez en cuando entro en grandes conflictos conmi
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go mismo, que pueden durar meses. Y los momentosen que me
sumerjo en la percepción de una realidad mágica duran apenas
algunos segundos. Lo suficiente para saber que ese otro mundo
existe, y lo bastante para dejarme frustrado por no lograr absor
ber todo lo que aprendo.
Llegamos.
Cuando acabe el ritual, hablaré seriamente con él. Ambos co
locamos las manos en el tronco del roble sagrado.
* * *
J. dice una oración sufí:
“OhDios, cuando presto atención a las voces de los animales, al ruido de
los árboles, al murmullo de las aguas, al gorjeo de los pájaros, al sonido del
viento y al estruendo del trueno, percibo en ellos un testimonio de Tu unidad;
siento que Tú eres el supremo poder, la omnisciencia, la suprema sabiduría,
la suprema justicia.
”Oh Dios, Te reconozco en las pruebas que estoy pasando. Permite, oh...
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