Ribeyro, el hombre tímido

Páginas: 6 (1483 palabras) Publicado: 26 de noviembre de 2013
Ensayos. Si la ceguera afina el oído y la sordera aguza la visión, la timidez aviva todos los sentidos. Julio Ramón Ribeyro fue un hombre tímido. Veía el mundo como un festín, o como una promesa de dicha, y ansiaba atrapar sus presas más codiciadas. Era, en esencia, un individuo atento, paciente, tranquilo, sigiloso y contemplativo, inclinado a escudriñarlo todo y predispuesto naturalmente a oírlo que otros decían más que a decir. Tales atributos, entre los tímidos, revelan una doble intensidad. La timidez de Ribeyro, hombre delgado y frágil, estaba hecha de elegantes silencios y meditadas palabras.
El cielo de los tímidos como Ribeyro es la lectura. Allí, en ese mágico espacio, nada los cohíbe; allí, con inusitada audacia, los tímidos disfrutan plenamente de la belleza y lainteligencia cuando un libro propicia la comprensión, la iluminación, el paladeo. Ribeyro encontró en la lectura su primera gran pasión; luego, vendría la escritura. Ambos quehaceres espolearon su imaginación, confiriendo a su timidez lo que más deseaba: aventura. No se necesita más que leer La palabra del mudo para aproximarnos a ese estado de efervescencia y desafío que virtualmente lo compensaba. Él, sinduda, lo gozó siendo un niño travieso, monarca de los techos ahítos de muebles viejos recreado en su cuento «Por las azoteas», o padeciendo las miserias de un sujeto gris cuya ilusión se va al traste en «Una aventura nocturna».
Ribeyro descubrió en la literatura francesa del siglo XIX los modelos dignos de emular. Su padre, lector cultivado, orientó sus preferencias. «Lee a Flaubert», le dijo ensu adolescencia. «Y si quieres leer algo mejor, lee a Stendhal. Y si buscas aun algo mejor, lee a Proust». Su gusto literario se formó bajo ese criterio, sólido y duradero, un canon al que él añadió a Maupassant, otro de sus favoritos. También leyó a los rusos –Turgeniev, Chejov, Tolstoi– como todo joven de su generación, pero Ribeyro, no cabe duda, se mantuvo constante como admirador de latradición francesa. De ella tomó el estilo limpio, con frases sobrias y refinadas, ajeno a los ornatos superfluos. Ese estilo decimonónico, combinado con sus lecturas de Joyce y de Kafka, o con sus ráfagas de existencialismo (no olvidar que vivía en el París de Sartre y Camus, todavía la capital literaria del mundo) y con sus influencias del cine italiano neorrealista, harían de él un escritor clásicopor su elección formal, y contemporáneo por su moderna visión de la realidad. Y con este equipamiento se abocó a retratar la cotidianidad, las complejidades y las penurias de las discretas clases medias de Lima de entre las décadas de 1940 y 1960.
Probablemente la timidez de Ribeyro lo llevó en sus inicios a rondar la crítica literaria. Sus primeras reseñas y ensayos datan de 1953, cuando contabacon veinticuatro años, justo la época de su aprendizaje narrativo, en la que publicó media docena de cuentos que no serían incluidos en su primer volumen, Los gallinazos sin plumas, de 1955. Sea como fuere, el joven cuentista demostró entonces buena madera para el ensayo. Y, de insistir en tal propósito, podía haber iniciado tranquilamente una labor fructífera en ese terreno, quizá comocorresponsal literario en Europa, pero no sería así. Se concentró más bien en sus diarios, en sus cuentos y en sus novelas, y buscó otros trabajos periodísticos en París. Es por eso que La caza sutil, aun revelando su intuición precisa y su solvente capacidad de análisis, resulta más un libro hecho por el azar y por ese amontonamiento de textos dispares que va componiendo el tiempo.
Tales ensayos,veintidós en total, fueron escritos holgadamente a lo largo de tres décadas. El más antiguo, «En torno a los diarios íntimos», permite que adivinemos ya su predilección por ese género literario, en un texto que es, pese a la juventud del autor, una clase maestra, desbordante de erudición y lúcidos comentarios sobre la naturaleza de sus fundamentos. Dicho género hacía furor en la Francia a la que había...
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