RIKURA
En principio, solo siete jóvenes másque unir a los 35.000 fallecidos violentamente en México desde que Felipe Calderón llegó a la presidencia de la República a finales de 2006 y declaró una guerra sin cuartel al crimen organizado.
Aesos 35.000 muertos, de los que 9.000 aún están sin identificar, hay que unir las más de 5.000 personas que, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos, están desaparecidas. Muertos sin nombre,muertos sin justicia, muertos sin tumba ni memoria ni piedad porque muchos de ellos, además, son muertos sospechosos.
No en vano el Gobierno de Calderón y sus intelectuales en nómina hicieron correrla especie -cada vez más cuestionada por la realidad-de que la inmensa mayoría de los caídos son sicarios asesinados por otros sicarios.
Pero resulta que los siete jóvenes torturados y asfixiadoshace unos días muy cerca de la bella ciudad de Cuernavaca sí tenían nombre. Y uno de ellos, además, se llamaba Juan Francisco Sicilia, tenía 24 años, una sólida formación, y era hijo del poeta JavierSicilia, quien recibió la brutal noticia en Filipinas. En el avión de regreso, escribió un poema dedicado a su hijo:
El mundo ya no es digno de la palabra
Nos la ahogaron adentro
Como teasfixiaron
Como te desgarraron a ti los pulmones
Y el dolor no se me aparta
Sólo queda un mundo
Por el silencio de los justos
Sólo por tu silencio y por mi silencio, Juanelo.
Alllegar a México, Javier Sicilia lo leyó en público, rodeado de amigos, en el zócalo de Cuernavaca. Luego, anunció: "Es mi último poema. No puedo escribir más poesía. La poesía ya no existe en mí".Dicen los que lo conocen que el poeta Javier Sicilia es un tipo extraordinario, que enseguida se percató de que su dolor -recogido por los medios gracias a su notoriedad pública- es también el dolor...
Regístrate para leer el documento completo.