Rinconete y cortadillo
Jorge García López
l destino del pícaro cervantino quedó fijado desde que M. Menéndez Pelayo excluyó el Rinconete de un supuesto canon genérico, recalcando su apartamiento del relato quinientista. Esa diferencia fue objetivada en los dos análisis clásicos y esenciales–el de A. Castro y el de C. Blanco Aguinaga–que continúan siendo válidos en buenamedida. Junto a este planteamiento podemos recordar más de un estudio que aproxima algunas de las novelas al Guzmán de Alfarache, teniéndolas por contrafacción burlesca o ejercicio crítico (J. L. Varela, G. Sobejano). Pero en ambos casos, parece imposible soslayar la dicotomía que supone someter esas novelas a un rígido esquema tipológico: o bien extrañas al relato picaresco o bien plenamentepicarescas. Por la mayor parte, a la negación vehemente sigue la dilatada matización al respecto; cifra de las dificultades para puntualizar las lindes del género. Y, sin embargo, lo decisivo no es resolver si las producciones cervantinas podemos incluirlas en un catálogo sometido a definición aleatoria. Más productivo será describir cómo atrajo su atención la obra de Alemán en las diferentes etapasde su producción conocida. Reseñar en qué forma Cervantes asedió la fortaleza de Alemán; qué elementos–y en qué momento– llamaron su atención y contibuyeron–espoleando la reflexión crítica–a su propia inventiva literaria. Sortear la tipología para atinar con la historia (F. Lázaro Carreter 193–229). 113
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Jorge García López
Cervantes
Para empezar, el estudio de los relatos‘picarescos’ de Cervantes no arroja tan solo el conocido inventario de discrepancias con respecto a Alemán, puesto que Cervantes no escribió un único tipo de relato filopicaresco. Y esos relatos poseen entre sí suficientes disparidades como para permitirnos sospechar una andadura crítica en la que pensó haber encontrado algo que oponer a la criatura alemaniana, y por esa senda podemos matizar los motivos quele llevaron a evitar un camino tan recientemente trillado y con tanto éxito. No es lo mismo la figura bulliciosa de Diego de Carriazo que el equívoco pícaro que nos encontramos en Pedro del Rincón. Y ambos pueden ser enfrentados a Berganza como especies literarias harto diversas. Tres obras, por tanto, que proporcionan tres respuestas diferenciadas al relato quinientista. De hecho, Cervantesconstituye el más lúcido crítico de la novela picaresca (F. Lázaro Carreter 226–228), y sus narraciones nos muestran la hondura con que reparó en los postulados que animan el Guzmán de Alfarache. Cervantes–diríamos hoy–‘deconstruyó’ el relato quinientista, desmontó el mecanismo de Alemán, y lo acopló en un orden diferente. La forma en que lo hizo delata la crudeza del análisis; su percepción de lasposibilidades literarias de unos procedimientos que reputaba aplicados a la peor parte. Pero centrémonos en Rinconete y Cortadillo. El relato se caracteriza por su intensa singularidad. Estamos ante una novela sin argumento palpable. 1 Su tramo central, por ejemplo, gravita sobre un engarce de escenas, de personajes que aparecen y se esfuman hermanados en torno de un espacio. 2 Nos sorprende lacercana evocación de maneras dramáticas, y la novelita se deshace en nuestras manos como entremés de rufianes.3 Más intrincada se presenta la comprensión del arranque del relato. El diálogo sinuoso de dos jóvenes pordioseros que abrazan a conciencia -aunque sin finalidad aparente–un tono retórico de nobleza; más que a un
1 Basta recordar la apostilla clásica de Maurice Molho (125): “ya se sabe cuál esel tema de Rinconete y Cortadillo, o, mejor dicho, que no lo hay: que no ocurre nada”. 2 La relación entre espacios y personajes puede verse en L. Pfandl (344), A. González de Amezúa (2:38), y más recientemente F. López Estrada (60), y véase n. siguiente. 3 La índole dramática de la narración ya estaba implícita en el análisis de A. Castro (235–236), que habla de “figuras de retablo”, y fue...
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