Roberto Hock

Capitulo IV
Roberto Koch
“La lucha contra la muerte”

Koch había empezado a usar el microscopio con la misma falta de deliberada de propósito que el viejo Leeuwenhoek; examinaba todo lo que sele ponía por delante hasta que un día se le ocurrió probar con sangre de oveja y vacas muertas de carbunco entonces fue cuando empezó a reconcentrarse, a olvidarse de hacer la visitas profesionalescundo encontraba en el campo una oveja muerta, al recorrerlas carnicerías para enterarse de cuáles eran las granjas donde estaba haciendo estragos el carbunco.
En los pocos momentos frecuentementeinterrumpidos, ponía gotas de sangre negra en vacas muertas de carbunco entre dos láminas de cristal muy delgadas y muy limpias; un día, al mirar por el microscopio, vio entre los diminutos globos verdososunas cosas extrañas que parecían bastoncitos cortos y poco numerosos que flotaban agitados por un ligero temblor entre los glóbulos sanguíneos; otras veces aparecían engarzadas sin solución decontinuidad, ofreciendo el aspecto de fibras largas mil veces más tenues que la ceda fina.
-¿Qué serán estas cosas? ¿Microbios tal ves? ¿Estarán vivos? No se mueven quizás la sangre de los animalesenfermos se convierte en esos bastoncitos –tales eran los pensamientos de Koch.
A Koch no le interesaba tanto lo que pensasen los demás a cerca de esos filamentos y bastoncitos presentes en la sangre delas ovejas y vacas victimas del carbunco.
Un día encontró un procedimiento seguro para contagiar los carbuncos a los ratones; carecía de jeringuillas para inyectarles sangre envenenada, pero después demuchos tanteos de lisiar un buen número de ratones y muchas maldiciones cogió una astillita que limpio cuidadosamente y calentó en el horno para matar a todos los microorganismos que accidentalmentepudieran está en ella; la mojo en sangre de ovejas muertas de carbunco, sangre abundante en aquellos bastoncillos y filamentos inmóviles y misteriosos.
A la mañana siguiente el ratón había muerto y...