Rodolfo martínez - sherlock holmes y la boca del infierno

Páginas: 287 (71593 palabras) Publicado: 24 de junio de 2010
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Rodolfo Martínez

Sherlock Holmes y la boca del infierno

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Para mis lectores portugueses

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Si hacía caso a las palabras de Holmes, lo que tenía ante mí era una suerte de übermensch con el poder de un dios griego, una especie de cristalización de las absurdas ideas alemanas sobre razas superiores destinadas a gobernar. Claro que, si hacía caso de laspalabras de Holmes, vivía en un mundo lleno de esquinas ocultas donde la realidad estaba llena de aristas, recovecos y laberintos. Si hacía caso de las palabras de Holmes, este mundo ni siquiera nos pertenecía, y sus dueños eran unas criaturas imposibles que dormían un sueño parecido a la muerte mientras aguardaban a que los hicieran volver. William Hudson en Sherlock Holmes y las huellas del poetaPágina 4

NATURALMENTE, UN ENCUENTRO

A finales del año 2006 fui invitado a Lisboa por los organizadores del Forum Fantástico, aprovechando la publicación de A sabedoria dos morios, la edición portuguesa de Sherlock Holmes y la sabiduría de los muertos. De ese modo conocí a Luis Corte, mi editor portugués, que durante aquellos días se ofreció a ejercer de improvisado cicerone para losinvitados a las jornadas. Fue en Boca do Inferno, a pocos kilómetros al norte de Lisboa, donde sucedió todo. Luis nos enseñó el lugar y nos contó la historia del suicidio fingido de Aleister Crowley. Lo cierto es que el sitio impresionaba: un acantilado batido por el Atlántico y, en medio de él, aquella extraña boca en la que el mar se precipitaba furioso. Ya regresábamos al coche cuando lo vi. Con laexcusa de que necesitaba comprar tabaco, les pedí a los demás que esperasen y entré en el pequeño restaurante que había junto a la Boca del Infierno. Al principio creí que me había equivocado, que mis ojos me habían jugado una mala pasada. Luego, de repente, apareció a mi lado como salido de la nada, con su pelo casi blanco y una sonrisa de medio lado en su rostro de niño. —Señor Martínez —mesaludó. Le devolví el saludo y él me indicó con un gesto que lo acompañara. —No tengo mucho tiempo —dije—. Me están esperando. —No se preocupe, no será mucho rato. Así que nos sentamos y pedimos algo de beber. —¿Le está gustando Portugal? —Mucho —admití. Bebió un trago de vino y lo paladeó largo rato, con los ojos entrecerrados. —Ah, voy a echar de menos esto. —¿Se va de viaje? —Vuelvo a casa. Estamisma noche. Pero antes quería darle algo. Llevaba con él una cartera de piel, que me tendió. Al cogerla, me di

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cuenta de que había visto tiempos mejores. En la cerradura había grabadas tres letras: JHW. —Perteneció a un buen hombre antes de pasar a mis manos —me dijo—. Ahora es suya, con todo lo que contiene. La abrí y encontré exactamente lo que esperaba: un grueso y apretado fajo dehojas. —¿Otra historia holmesiana? —pregunté. —La última. Al menos la última que le voy a dar. Como le he dicho, vuelvo a casa esta noche. —Comprendo. —Lo hace, pero no me cree. Sigue pensando que soy un impostor. Me encogí de hombros. —¿Y qué importa eso? He hecho lo que usted quería. He publicado las historias que me dio. Que crea o no lo que contaban, no debería preocuparle. —No me preocupa,aunque confieso que me irrita un poco. Supongo que me he vuelto demasiado humano con el correr de los años. Como le dije a Sherlock Holmes una vez, la carne es adictiva. Más de lo que pensaba en aquel momento. —Si es tan adictiva, ¿por qué se va? —¿De vuelta al infierno, quiere decir? —Terminó su vaso de vino y se sirvió otro—. Bueno, tengo mis motivos. —Que, por supuesto, no me va a decir. —Lea loque hay en la cartera. Quizá entonces lo comprenda. Aunque seguramente seguirá sin creerlo. —Seguramente —repetí. —Sé que está trabajando ahora en la historia de Nadie. Tal vez cuando haya leído esto decida interrumpirla. —No sería mala idea. La verdad es que no sé muy bien cómo afrontarla. Las otras historias que usted me pasó eran fáciles, pero ésta... —Entonces, así matará dos pájaros de un...
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