Rogelio Naranjo
Su modo de hacer humor es algo serio: más lejos de la risa y más cerca de lamueca por sus seres descarnados e incrédulos ante una existencia que no se acaba por aprehender.
La inclinación de naranjo por el dibujo se inició siendo aún un niño, viendo las caricaturas de losdiarios y los trazos arquitectónicos de su padre, por lo que en cuanto tuvo la edad, ingreso a la Escuela Popular de Bellas Artes.
Él abundo temas políticos y sociales con trazo barroco y ojos atentos aldetalle. Historias llenas de ironía ante el abuso del poder, lo mismo de gobernantes que de militares, de jurados ególatras en certámenes pictóricos o de charros sindicales en plena acción paracooptar conciencias.
La política es el ámbito que a Naranjo le apasiona y por el cual muchos públicos lo conocen.
Si bien desarrollo historietas y cartones políticos en la Garrapata, así como retratosy dibujos sobre la situación bélica mundial en Diorama de la Cultura, fue su ingreso al Universal y a la revista Proceso lo que marcó su labor diaria y semanal de hacer un análisis minucioso de lossucesos políticos en México de 1970 hasta nuestros días. Afila sus plumillas con presidentes, empresarios, sacerdotes, judiciales, dirigentes sindicales, militares y todo lo que huela a abuso de poder.Es solidario con los sectores más desfavorecidos y vulnerables en el país- obreros, campesinos, indígenas, jóvenes y mujeres- a quienes sin embargo no trata con condescendía y si con cierto filoirónico y agridulce.
La caricatura más popular de Naranjo es la de un fiero empistolado de mirada incisiva y formidable bigote, que con cigarro en los labios y botella en mano, posa el pie derecho...
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