Roger Chartier "Aprender A Leer"
2Como historiador debemos recordar que no fue siempre así. En primer lugar duraderamente se mantuvieron las formas de transmisión oral y visual de los saberes. La imitación de los gestos, la escucha de las palabras, la adquisición de un saber transmitido por las imágenes constituyeron modalidades dominantes de los aprendizajes no solamente de las conductas prácticas sinotambién de los conocimientos abstractos. Como lo ha mostrado José Emilio Burucúa, citando a San Gregorio Magno, “El divino discurso de la Sagrada Escritura es un río delgado y profundo a la vez, en el cual deambula un cordero y nada un elefante”, duradera fue la percepción de la oposición entre la cultura de los “elefantes”, es decir los sabios y letrados, que doman el leer y el escribir, y lacultura de los “corderos” iletrados. Pero esta oposición no borraba ni negaba la capacidad de conocimiento de los ignorantes. La sabiduría de los humildes, que no sabían leer, ejemplificó la reivindicación de una docta ignorancia opuesta a los falsos saberes de las autoridades. La inocencia de los “corderos” fue movilizada por rechazar los dogmas heredados, la aceptación ciega de la tradición, elsometimiento al orden impuesto por los libros. Encarnaron en los textos este saber de los iletrados las figuras del salvaje (por ejemplo, los Indios Tupinambas de Montaigne), del campesino (los Marcolfo y Bartoldo de la Italia renacentista), o los animales más sabios que los hombres que aparecen en las utopías y las estampas del mundo al revés. Tal como Cristo, los niños pueden enseñar a los ancianos,los simples a los doctos, las mujeres a los hombres. En este sentido el mundo al revés designaba paradójicamente el inesperado pero verdadero orden de la sabiduría.
3Además, aún para quienes no sabían escribir ni siquiera leer, no era imposible entrar en el mundo de la cultura escrita. Fernando Bouza ha propuesto un inventario de los diversos soportes que aseguraban en los siglos XVI y XVIIeste “elevado grado de familiaridad con la escritura que tenían los no letrados”: la presencia sobre los paredes y las fachadas de los carteles, edictos, anuncios o grafiti, la importancia de la lectura en voz alta que permitía transmitir lo escrito a los iletrados (pensemos en los segadores del Quijote escuchando la lectura de las novelas de caballería y las crónicas) o la creación de un nuevomercado y de un nuevo público para los textos impresos. Los pliegos de cordel, vendidos por los buhoneros (ciegos o no) difundían en las capas más humildes de la sociedad romances, coplas, relaciones de suceso y comedias. Para los iletrados, la permanencia de las formas tradicionales de la transmisión de los conocimientos e informaciones iba de par con una fuerte familiaridad con lo escrito – por lomenos en las ciudades.
4Si la cultura escrita no borró el papel de la oralidad o de las imágenes es sin duda porqué se mantuvieron altos porcentajes de analfabetismo hasta el siglo XVIII (y salvo en la Europa del Norte). Pero, como lo observa Fernando Bouza, existe otra razón. En los siglos XVI y XVII los tres modos de la comunicación (las palabras habladas, las imágenes pintadas o grabadas, laescritura manuscrita o tipográfica) estaban considerados como formas igualmente validas del conocimiento. Semejante equivalencia no ignoraba el carácter propio de cada una estas modalidades de comunicación: así la fuerza “performativa” de la palabra que maldice, conjura o convence, la capacidad de la imagen de hacer presente lo ausente, o las posibilidades de reproducción y conservación sólootorgadas por lo escrito. Sin embargo, la equiparación entre palabras vivas, imágenes, y escritos permitía elegir uno u otro de los lenguajes disponibles, no en función del mensaje, sino del público o de las circunstancias. Aseguró la permanencia de la fuerza cognoscitiva procurada por las voces y las imágenes en el mundo de los alfabetizados, letrados y doctos tal como en los medios sociales que ya...
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