Roger Czernin

Su tardanza en reaccionar, me estaba poniendo nerviosa y el nudo en mi garganta crecía a paso acelerado, queriendo que lo dejara ir, pero no quería hacerlo. Respire profundo y volví a mirarlo a losojos, esos que llenaban mi alma de alegría infinita. Creí fallecer cuando sus brazos rodearon mi cuerpo, y me dejé llevar por el sinfín de emociones que me sostenían en ese momento. Escuchaba lamúsica tranquilizar mis neuronas alborotadas y adoloridas. Su mano en mi vientre me daba ese calor que solo él podía darnos. No quería que se perdiera del hermoso período de embarazo que, a pesar de lascircunstancias, lo estaba disfrutando muchísimo.- Mi amor, ya no estés así... Aquí estoy, aquí estamos y jamás nos iremos de tu lado -murmure rozando nuestras narices mientras secaba mis lágrimas. Eravagamente consciente de que él también tenía algunas en sus mejillas y eso partió mi alma en dos. Tomé su rostro entre mis manos y dejé un cálido beso sobre sus labios, dulces y suaves. Me estremecícuando sentí que aún seguía acariciando a nuestro pequeño- Te extrañé tanto... -le sonreí aunque en verdad solo quería seguir llorando. Ahora, pensaba por dos, y sabía que no le haría nada bien al bebéque yo estuviera tan deprimida y ahora, ya no había razón para estarlo. Le sonreí y, como a mí me gustaba hacerlo, tiré su cabello hacia atrás siguiendo mis caricias con la vista.- Estás tanbonito...-murmure y dejé otro beso en la comisura de sus labios, también en su mejilla y su nariz. Como lo había extrañado. Recargue mi mejilla en su pecho, rodeando su espalda con mis brazos. No podíamos estartan apegados ya que ahora, entre nosotros, se interponía mi vientre. Reí cada vez que él se acercaba un poco más a mí y chocaba contra nuestro pequeño, y disimuladamente se apartaba.- No tepreocupes, mi vida, no lo lastimas -le sonreí y me acomodé en la cama. Quite mis zapatos y me senté a su lado con su ayuda. Podía escuchar algunos sollozos de su parte y eso me hería en lo más profundo de...