Roma y el cristianismo
DE GRECIA Y ROMA
PEDRO BARCELÓ
Historia de Roma
16. El cristianismo en el Imperio romano
1. Expansión del cristianismo.
Es muy poco lo que verdaderamente sabemos sobre el trato que dispensaron las autoridades romanas a los cristianos durante el primer siglo de su existencia. Du-rante esta etapa la nueva comunidad religiosa aparece básicamente ensimismada(esperando la llegada del rei-no de Dios), en busca de una identidad propia, marcan-do las diferencias que la separaban del judaísmo y com-prometida en un proceso de afirmación y expansión que le posibilite autodefinirse a la par que intenta crear pro-sélitos. Es precisamente el querer realizar este último pro-pósito, es decir, el manifestar su voluntad de lanzarse al exterior, lo que provoca laatención y suspicacia de su en-torno. Las primeras noticias al respecto nos llegan ligadas a la misión y los viajes de Pablo de Tarso. Durante su estan-cia en Éfeso, estalla el primer escándalo público al rebe-larse una parte de la población contra la predicación de un dios monoteísta y excluyente, que menospreciaba o in-cluso negaba a los dioses tradicionales su calidad divina. Uno de losprincipales motivos que produce el rechazo y fomenta la confrontación del cristianismo con el mundo pagano es la incompatibilidad de opciones. El adherirse a la nueva doctrina implicaba una ruptura con el contexto político-religioso tradicional. Al mismo tiempo, la vigencia del politeísmo constituía una amenaza permanente para la frágil y atomizada comunidad cristiana.
Desde el principio de suafianzamiento, la comunidad cristiana es vista con escepticismo y animadversión por parte de los estamentos oficiales. Los creyentes en sus en-señanzas suscitaban por lo menos sospechas, cuando no hostilidad. Su procedencia oriental, sus ritos secre-tos, su exclusividad étnica conferían a los primeros cris-tianos un sabor de conspiración contra el Imperio y sus instituciones. Aunque esto nofuera verdaderamente así, pues dentro de la comunidad cristiana imperaba una voluntad de entendimiento con sus adversarios, fueron mayoritariamente impresiones, percepciones y voces de segunda mano, y no un conocimiento directo y profundo de la esencia del cristianismo, lo que configura la opinión común esparcida en el seno de la sociedad romana so-bre la nueva religión. El ciudadano normal veen ella todas las características de una banda de personas in-corregibles, plagada de ritos supersticiosos o abomi-nables (Tácito, Anales 15.44; Historia 2). Es precisamente este olor a clandestinidad el que propicia la puesta en práctica de una política de extrema dureza contra la co-munidad cristiana de Roma.
Nerón le achaca nada menos que el incendio de la Ur-be y una parte de la opiniónpública parece estar con-forme con esta acusación (Suetonio, Nerón 16.2). Sin embargo, a sus miembros no se los condena por perte-necer a una secta peligrosa, sino por haber cometido un delito (flagitium). Si hasta entonces los cristianos pasa-ban por ser una despreciable minoría religiosa, a partir de las sanciones neronianas a esta visión sociológica se le añade una dimensión jurídica: sercristiano equivale a ser delincuente común, es decir, enemigo declarado del or-den imperante. Todo apunta a que es en este momento y debido a la coyuntura política reinante adversa a todo lo judío —y el cristianismo pasaba por una rama de él— cuando profesar la doctrina cristiana es considera-do como acto fuera de la ley. Es evidente que cristianos y judíos son vistos de manera similar, es decir, comosectarios religiosos imbuidos de fanatismo político. Re-cordemos la frenética resistencia que la sociedad judía o-puso al Imperio romano, que culminará con una brutal matanza de la población de Jerusalén y con la destruc-ción del Templo durante el reinado del emperador Ves-pasiano.
A pesar de todo, mientras la comunidad judía podía recurrir al amparo de la ley, no sucedía lo mismo con los...
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