ROMANCE DE LA CONDESA
Guerras se levantan, guerras
entre Francia y Portugal
y nombran al conde Ansur
por capitán general.
La condesa, como es niña,
no hacía sino llorar.
—¿Cuántos días, cuántos meses
puedes estar por allá?
—Por días o meses no cuentes,
por años has de contar;
por siete voy a la guerra
que la ley no manda más.
Si a los siete años no vengo,
con otro puedescasar.—
Pasaron los siete años
y para los ocho van;
estando un día a la mesa,
su padre la empieza a hablar:
—¿Cómo no te casas, hija,
te debes hija casar,
cartas del conde no vienen,
cartas del conde no hay.
—Carta tengo yo en mi pecho
de que el conde vivo está.
Si me diera usted licencia
iría al conde a buscar.
—¿Licencia me pides, hija?,
tú te la puedes tomar,
porque lamujer casada
tiene esa libertad.—
Cogió el bordón en la mano
y ha empezado a caminar.
Se fuera de villa en villa
y de ciudad en ciudad.
Ha corrido siete reinos,
no lo ha podido encontrar;
a la orillita de un río
vio un ganado sestear:
—Vaquerito, vaquerito,
por la Santa Trinidad,
que me niegues la mentira
y me digas la verdad,
¿de quién son esas vaquitas
con tanto hierro yseñal?
—Son del conde Ansur, señora,
mañana se va a casar.
—Toma este doblón de oro
y ponme allá en su portal.—
Tuvo tan buena fortuna,
que el conde fuera a bajar.
—Dame limosna, buen conde,
por Dios y por caridad,
que vengo de lejas tierras
y no traigo qué gastar.
—¡Oh, qué ojos tan gachones,
en mi vida los vi tal!
—Sí los has visto, buen conde,
pero no te acordarás,
que en camadormimos juntos
y en mesa comimos pan.
—¿Eres el diablo, romera,
que me vienes a tentar?
—No soy el diablo, buen conde,
que soy tu mujer carnal.—
Al oír estas palabras,
el conde cayó mortal.
—¡Levántate de ahí, el conde,
por Dios y por caridad,
vele aquí mis dulces brazos
con que te solía abrazar;
vele aquí mis dulces labios
que tú solías besar!
—Quédese con Dios la novia,
vestidica y sin casar.
La carne que tenéis muerta
la podéis echar en sal,
el pan que hubiese cocido
de limosna podéis dar,
las liebres y los conejos
por el monte correrán;
las arras y los anillos
que queden por la amistad,
los besos y los abrazos
con ellos te quedarás.
¡Las justas y los torneos
por la romera serán!
Este texto recoge la tradición del romance en su forma másanovelada, más apta para formar parte del repertorio que podemos denominar “folclórico”. Es, básicamente, representativa de cómo se recuerda el tema en el Sur de España, donde ya fue recogido, entre las primeras muestras del romancero oral, por José Bartolomé Gallardo, en 1820, y por Serafín Estébanez Calderón “El Solitario”, en 1839, quienes oyeron o transcribieron el nombre del conde “Ansur” o“Ansúrez”, de viejo abolengo, como “Alzón” o “el Sol”, debido a la pronunciación andaluza de los cantores gitanos, quienes pronunciarían en uno y otro caso igual: “arsó”. Pero, junto a ella, el Romancero del siglo XX retiene, mayoritariamente en el Noroeste, otros modelos muy variados, en que el romance de “La condesita” conserva motivos narrativos que lo ponen en relación con un mundo más“caballeresco”:
b)
Allá arriba, en Lombardía,
n’aquella noble ciudad,
el conde y la condesa
a coger flores se van.
El conde tiende su capa,
la condesa su brial;
los ojos de la condesa
arroyos son a llorar.
—¿Por qué lloras, condesita,
por qué es tanto suspirar?
—Porque me han dicho, buen conde,
que te ibas a marchar.
—Si te lo han dicho, condesa,
bien te han dicho la verdad,
que se hanlevantado guerras
en rayas de Portugal.
—Conde, si vas a la guerra,
contigo me has de llevar.
—Eso sí que no, condesa,
tú me has de perdonar:
hombres que van a la guerra
mujeres no han de tratar,
porque nos quitan las fuerzas,
las ganas de pelear.
—Dime, conde Dirlos, dime
¿por cuántos días te vas?
—Los días no me los cuentes,
por años has de contar:
si a los siete años no...
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