Romance
Amigos y amantes
Diana palmer
Capítulo Uno
Las copas, al chocar unas contra otras, hacían un ruido demasiado fuerte, o, por lo menos, eso le parecía a Madeline Vigny, que llevaba arrastrando todo el día una terrible jaqueca.
Habría dado cualquier cosa por rendirse al cansancio y marcharse a casa, pero no podía hacerlo. Al fin y al cabo, aquella fiesta secelebraba en su honor. Sería una grosería imperdonable que se marchara, al menos tan pronto. Tenía que intentar distraerse un poco y olvidar el cansancio y la terrible opresión que sentía en las sienes.
Se retiró de la barra y se paseó por entre la gente, sonriendo de vez en cuando a los distinguidos miembros de la élite literaria de Houston, sintiendo que la cabeza iba a estallarle de dolor de unmomento a otro.
A sus veintisiete años, Madeline se había ganado una buena reputación a nivel nacional como escritora de novelas de intriga; en aquella fiesta se celebraba precisamente la publicación de su última novela: La torre de los ruidos.
Al regresar de la gira de promoción, se había encontrado con la desagradable sorpresa de que el editor necesitaba que revisara su libro y le añadiesetreinta páginas más. ¡Treinta páginas! Como si eso fuera algo fácil de solucionar...
Consiguió hacerlo en un día, toda una hazaña, pero el esfuerzo había sido tanto, que lo único que deseaba de la vida en aquel momento era una aspirina y una cama blandita donde poder abandonarse al sueño.
Recorrió la sala con sus claros Ojos verdes; que hacían un precioso contraste con su larga melena cobriza,que llevaba recogida en un moño.
Más de una vez había pensado en cortarse el pelo, pero siempre que lo insinuaba, John le lanzaba una mirada de horror y la convencía con todo tipo de argumentos para que no lo hiciera.
Verdaderamente, John era un maestro en convencer a la gente. Quizás, pensaba ella, por eso había llegado a donde estaba con su empresa petrolífera, que más que empresa era unimperio. En los últimos años había conseguido mantener el control de Petróleos Durango con una tenacidad sin precedentes. El gran John siempre conseguía todo lo que quería. Todo, excepto a Madeline.
Le buscó con la mirada entre la gente; allí estaba, entre las garras de aquella rubia bajita de ojos de caja registradora. Siempre que se trataba de John Durango, Madeline pensaba invariablemente quenadie le llegaba a la suela de los zapatos. John era un tipazo: altísimo, de cuerpo atlético y sin un gramo de grasa, a pesar de sus treinta y nueve años. Su pelo era negro y abundante, muy liso, y sus ojos, vistos de lejos, también parecían negros, aunque en realidad eran grises. Su cuidado bigote escondía una boca sensual encuadrada en una mandíbula rectilínea y enérgica.
Por mucho que Johnfuese su amigo desde hacía más de dos años, de vez en cuando no podía evitar pensar en él como en un hombre.
John era un tipo guapo, Madeline se daba cuenta y no lo podía negar.
Se llevó la copa de coñac a los labios, sin dejar de contemplar a John y a la rubia. Resultaba patente, por los gestos de ella, que John le había gustado. Madeline sintió un inesperado
malestar; la amistad la hacíaser posesiva, pensó inmediatamente.
Sus relaciones con John no habían pasado nunca de los límites de la amistad.
Él conocía muy bien su desastrosa experiencia con Allen, un aspirante a escritor que, después de comprometerse con ella y seducirla, resultó estar casado y con hijos.
Desde el principio, John se hizo cargo del trauma que representaba para Madeline aquel fracaso. Comprendía susreparos ante las relaciones sexuales, y nunca había intentado aproximarse a ella en ese sentido.
Por su parte, a Madeline no le interesaba para nada su dinero, lo que significaba que John podía confiar en ella con toda tranquilidad.
Madeline sabía que, desde la muerte de Ellen, John no había confiado en nadie como confiaba en ella.
Sin embargo, desde hacía algún tiempo, las cosas estaban...
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