Romanticismo
Seis puntos pueden sintetizar la concepción romántica del mundo. Tanto los románticos
tradicionalistas como los liberales coinciden en cultivar muchos de los temas característicos
del momento. Las diferencias estarán, naturalmente, en los enfoques.
1. El sentimiento de no plenitud. La vida parece un problema insoluble: su fugacidad,
su inconsistencia son sus rasgos constitutivos. De ahí el significado de un tema
tan frecuente como el de las ruinas, símbolo de la caducidad; o, la obsesión por la
muerte, coronamiento de la angustia vital del romántico.
2. El desacuerdo con el mundo. El romántico es un eterno descontento: sus ideales –
ansias de libertad, de felicidad, de infinito– no encuentran cauce en la realidad
cotidiana. Las grandes ilusiones abocan en el desengaño. Varias actitudes -‐y
temas-‐ surgen de ese desacuerda con el mundo: la rebeldía, la evasión ya sea en
el tiempo (retorno al pasado, evocación de la Edad Media, etc.), ya sea en el
espacio (gusto por lejanas tierras exóticas). Una forma extrema de evasión sería
el suicidio, solución frecuente en la literatura (el Werther de Goethe) y en la vida
(Larra, etc.). Pero también cabrá el retiro ascético del mundo.
3. La exaltación del "yo". Es otra cara del conflicto entre el individuo y la sociedad: el
artista se siente superior al mundo que le rodea (es "el genio") y se aísla
orgullosamente. De ahí, el sentimiento de soledad, con la que el romántico se
complace unas veces y sufre otras. En cualquier caso, esa exaltación del "yo"
supone un individualismo o un subjetivismo que son rasgos ...
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