Romeo y Julieta
Los Capuleto eran una familia muy importante en el reino. La fiesta estaba tanbuena que estaba llena de invitados, y las puertas del castillo vigiladapor guardias engreídos armados cada uno, con AK-47 en sus manos parloteaban en la puerta. Su intento de retraer a cualquier intrusofalló. Romeo Montesco atravesóaquellas puertas gigantes, exhibiendo su musculoso cuerpo y su apuesto rostro pero, debajo de esas fachas, existía un maní en su cabeza. Su pequeño poder deconcentración fuearrebatado por una joven doncella. Este calló al suelo tras tropezar con un enorme pilar invisible ante sus ojos. Acomodando sus ropas se levantó y fue tras la dulceJulieta.
–¡Romeo, poraquí estoy amor mio! – llamaba Rosalinda eufórica a su amado. – ¿Porqué miras a esa zorra?
Romeo ignoró a su cuaima, alcanzando a Julietatomando su muñeca.
–Disculpe mi atrevimiento, pero ustedprovocó en mi un gran tormento. ¿Podría saber su nombre? Hermosura. –Viendo fijamente sus ojos. “Mamasita” decíaen sus fueros internos.
–No es necesario mi nombre saber, bueno, aún… – Se hacia ladura desviando la mirada, mientras romeo la alagaba con hermosas palabras.
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