Rosa
Chicago, iniciaron un experimento crucial destinado a aportar datosexperimentales para las
teorías evolucionistas sobre el origen de la vida.
Estos científicos demostraron que, con la energía proveniente de descargas eléctricas, en
forma de chispasemitidas dentro de una mezcla de gases como hidrógeno, metano, amoníaco
y agua, se formaban compuestos de tipo orgánico, en particular AMINOÁCIDOS. Los
aminoácidos son loselementos constitutivos de las proteínas, moléculas de gran importancia
biológica y características de los seres vivos. El resultado no fue precisamente la obtención de
unorganismo, pero representó un gran paso en el apoyo de la teoría del origen y desarrollo
evolutivo de la vida.
Es como si hubiéramos podido sujetar la punta del ovillo que tieneen su otro extremo al
máximo exponente de la evolución de la vida en la Tierra: nosotros mismos.
Actualmente se sabe que las moléculas orgánicas no son una “rareza” terrestrey que se hallan
presentes en grandes cantidades formando parte de la atmósfera y la superficie de algunos
planetas y satélites.
Los astrónomos han establecido que Júpitertiene en este momento una atmósfera similar a la
que tenía la Tierra hace unos 3.500 millones de años y que este planeta se halla en proceso de
enfriamiento.
Es apasionantepensar que tal vez en Júpiter se estén sintetizando hoy por los primeros
compuestos capaces de fundar la vida y, además, que se haya abierto la posibilidad concreta
deestudiar estos fenómenos no ya en el reducido espacio del laboratorio y de las
suposiciones, sino a través de la observación y la experimentación directa en el espacio
cósmico.
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